Decía Neneh Cherry en una entrevista previa que, pese no haber sacado un disco en solitario en 20 años, musicalmente no había estado en un agujero negro. Y eso es algo que los donostiarras lo sabemos bien. Con CirKus, proyecto coral de trip-hop que vio la luz allá por el año 2006, pudimos verle hasta en dos ocasiones: en Gazteszena y en el Escenario Verde del Jazzaldia. Y en 2012, una vez más dentro del marco del Festival de Jazz, fue la protagonista de una épica noche de “La Trini” en la que se rindió homenaje a su padrastro, el trompetista Don Cherry.
Estas recordadas citas musicales han logrado tender un puente entre la artista sueca y la ciudad. A los donostiarras les gusta que actúe en Donostia y a Neneh Cherry le gusta actuar aquí. En esta ocasión, volvía a San Sebastián para celebrar el final de la gira de "Blank Project" (Smalltown Supersound/Music As Usual, 14), ese nuevo trabajo en solitario publicado en 2014 que ha generado tantas buenas opiniones entre la crítica especializada. Incluso se metió en la lista de los mejores discos del año de ésta nuestra revista. Por suerte, parece que para el siguiente no vamos a tener que esperar tanto, ya que según afirmaba al inicio del concierto, en breve iba a empezar a grabar uno nuevo. Buena noticia.
Pero no adelantemos acontecimientos. Ahora lo que toca es hablar de "Blank Project" y del visual directo con el que lo defiende. Para ello Cherry vino acompañada de los Rocket Number Nine, dos hermanos (menos expresivos que ella) que con sus sintetizadores y batería se encargaron de crear la atmósfera oscura que el espectáculo requería. Éste comenzó con sonidos graves y con la cantante bailando enérgicamente. La potente entrada gustó y desde el minuto uno no hubo ni rastro de la famosa “fila vasca”, ese incómodo espacio vacío que se suele formar entre el artista y el público debido a nuestro timorato carácter.
Por cierto, el bolo era en el Kursaal, pero no en los habituales espacios que todos conocemos. Seguro que muchos no sabíais que con el fin de atraer a un público más juvenil e informal, se ha empezado a utilizar la sala polivalente (yo le empezaba a buscar un nombre más marketiniano) del cubo pequeño para ofrecer conciertos “sin butacas, ni formalismos”. El primero fue Morodo y ahora éste. Aunque parecía que podía estar más lleno debido a lo espacioso del lugar, la asistencia fue bastante notable. Y va a ir a más si se sigue programando así de bien y la gente se entera de la oferta. Porque la verdad, la idea mola.
Lo pasamos bien. No solo nosotros, también ella, la protagonista de la noche. Bromista y con ganas de interactuar con el público, se veía que se divertía en el escenario. En su repertorio combinó un buen número de temas del nuevo disco, "Across the Water", "422" o "Dossier", con éxitos de los noventa como "Manchild" o "Woman". El resultado fue un concierto ecléctico con hip hop, rock enérgico y sonidos electrónicos. Quizá otro no hubiera sabido llevar a buen puerto tal amalgama de estilos, pero la Cherry tiene muchas tablas y sentido del espectáculo.
Tras una hora larga llegó el momento de los bises. "Buffalo Stance" fue la canción elegida para poner punto final a la velada. Un gran acierto que hizo que el público de todas las edades que había congregado saliera de la sala con una sonrisa.
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