De vez en cuando, resulta saludable refrescar la memoria, que alguien nos recuerde por qué comprábamos discos hace veinte años. ¡Qué placer secreto, íntimo, entrañaba gastarse los ahorrillos de la semana en álbumes de Slowdive o Mojave 3!. Trabajos de culto. Lo que significa que suenan más sus nombres que sus canciones. Composiciones, por otro lado, de un nivel enorme, de una sensibilidad extrema, de otro planeta. Personajes como Neil Halstead y los suyos constituyen una inmensa minoría. La que ha tirado del carro. Esa gente llenó anoche la sala Planta Baja de Granada, en una nueva entrega del delicioso ciclo Fonorama. Dato significativo: el 95 por ciento del público eran músicos.
Bien llevada la cuarentena, Halstead se ha instalado en el formato acústico. Apenas se apoya en un pianista y un contrabajo. Nada más: el reino de la sutileza. Un concierto que arranca con la hermosa ‘Tied to you’ no puede ser un recital cualquiera. Silencio, que esto no lo vemos todos los días. El británico presentó el material de un lanzamiento agónico, “Palindrome hunches”. Preciosidades como ‘Full moon rising’ o ‘Love is a beast’. Ingenuidad fundida en profundidad introspectiva. Cierta expresión alambicada de poesía de libro. Una ternura que desarma. Inevitable: el fantasma de Nick Drake sobrevuela durante la hora y pico de emoción. Incluso cuando Neil adapta a la desnudez espartana piezas de Mojave 3 como ‘Some kinda angel’, ‘Prayer for the paranoid’, ‘Return to sender’ o ‘Between the bars’.
Su involución trae a la memoria aquellas actuaciones sobrias de Steve Turner o Bonnie “Prince” Billy. En el mismo escenario, pero una década atrás. El rastro de Slowdive aparece en la obra de Los Planetas. Sus melodramas se cuelan hasta en Los Evangelistas. Alguien de la primera fila pide ‘Alison’, tesoro remoto de esa banda irrepetible. Halstead concede el deseo. “Es el tema más bonito de los noventa”, susurran por ahí. Otra propina: una irreconocible ’40 days’. Una música tan bella no se desgasta con un solo gesto.
Increíble concierto y tal cual plasmado en la reseña. Grande Tébar