Galicia Tropical

Con un Kafe Antzokia a reventar -entradas agotadas- de un público de todas las edades (llamativo y positivo el alto porcentaje de chicas) salieron Xoel y sus músicos a dar un concierto que iba a ser memorable. Su disposición de media luna en la parte delantera del escenario ya indicaba que querían una cercanía con los oyentes.

Con una larga intro con Xoel a los sintes empezó “Albatros” (impresionante la guitarra haciendo efecto de canto de gaviota), canción que abre su último álbum “Caldo Espírito” (Caldo=caliente en italiano, espírito=espíritu en galego). En él, nos invita a una búsqueda más espiritual huyendo de la frivolidad imperante. Escrita en primera persona, nos dice que no pertenece a este tiempo en el que encajas en el molde o te quedas atrás. La joven banda, destacando el batería Adrián Seijas en el centro, seguía a Xoel en perfecta compenetración, haciendo armonías vocales, sonriendo con una actitud relajada demostrando que ellos también se lo estaban pasando pipa.

Musicalmente y estéticamente (con trajes que podrían ser del Bowie de los 80), Xoel y su banda se alejan de los cánones del indie que lo hicieron popular en los 2000 cuando era conocido como Deluxe. Continuó con la cálida “Salitre y humo” con una sección rítmica siguiendo la estela de Paul Simon para pasar al folklore gallego vía Baiuca con “Paxaro do demo”. El público como nunca, coreando y gritando “ Xoeoeoeoel” claramente se había dejado la timidez en casa, ya convirtiendo el evento en un karaoke colectivo con “Tierra”, pieza clásica que siguió a continuación, ya Xoel con la guitarra acústica.

Siguió con “Esto no es amor”, con un ritmo, color y calor muy de Juan Luis Guerra y luego tomó la palabra por primera vez para advertir “Esto va a ser un concierto largo, esperamos que lo disfrutéis con paciencia, no es un concierto de 45 minutos de festival”. Presentó “Insomnio”, e hicieron una versión más rítmica que la original. Xoel sigue en plena forma, la voz la conserva intacta a pesar del paso de los años y sorprende con sus patadas al aire al más puro estilo rock ´n roll. El público volvió a calentar las gargantas con “Buenos Aires” en la que nos recordó su periplo argentino y luego sonó Pena penita” , cuya intro recuerda tanto al dreampop de los americanos Trespassers William.

No solo tiene un repertorio infinito, sino que además es capaz de hacer versiones distintas de sus propios temas, como se vio con “Joana” (más cañera) y con el clásico de Deluxe “Que no” (más groovy). Ya sin instrumentos interpretó a la voz (impresionante) “Todo lo que merezcas”, temazo muy raphaeliano y luego se enfundó la eléctrica con “Faneca brava”, destacando la base electrónica de la canción.

El gallego no paró de interactuar con el público. Ya en la recta final, comunicó que a la salida iba a haber merchandising y camisetas, que no habían lanzado en muchos años, de hecho desde la época de Deluxe. Acto seguido invitó al escenario al que aquí firma que estaba en primera fila con dicha camiseta para enseñarla a todo el mundo. Xoel siguió hasta completar 25 canciones, casi dos horas de concierto sin tregua, tocando multitud de palos, donde siempre combina su voz melancólica con la calidez de su música, ya sea merengue (“Tigre de Bengala”, “Magia eterna”) o folklore gallego al ritmo tribal de un timbal (“A Serea e o Mariñeiro”), la grandilocuencia de The Killers sazonada sin complejos con Peter Gabriel (“Glaciar”) o el pop 100% Xoel (“Fort Da”). En resumen, la mejor forma de pasar una noche de sábado, escuchando canciones bailables escritas desde el corazón por uno de los artistas pop más creativos del panorama estatal de los últimos 25 años.