Hacía apenas dos meses de la última visita de Natalie Prass a la capital, pero había curiosidad en ver cómo desgranaba en directo un disco de debut delicioso. Sobre el escenario es un torrente de naturalidad. Derrocha elegancia, espontaneidad y talento, y no tarda en meterse al público en el bolsillo.
Sin entradas desde hace días, se esfuerza por amoldarse al pequeño escenario y pronto consigue convertirlo en su particular salón de jazz. Su voz melosa se hace exquisita con la naturaleza de las canciones, especialmente en aquellas que abrazan el soul o el jazz abiertamente como “It Is You”, “Violently” o un susurrado “Reprise”. Su banda está formada por tres músicos con los que disfruta e interactúa constantemente, consiguiendo que no echemos en falta la sección de cuerda del álbum de estudio.
Sus canciones de ruptura poseen altas dosis de ternura, pero las interpreta con la suficiente delicadeza como para encantar en lugar de empalagar. Además acerca su repertorio al funk en “Bird Of Pray”, a la jam session en “Jazz” o al rock de su ex compañera Jenny Lewis en “Sand Dunes”. Una cantante con clase para seguir muy de cerca.
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