Últimamente Spiritualized era una banda que no se prodigaba demasiado en directo. El año pasado dieron tan solo cinco conciertos y el que ofrecieron en el Primavera Sound fue el primero de todos ellos. Bien es cierto que ya hace un tiempo, en concreto desde que publicaran “Sweet Heart, Sweet Light” (Domino, 2012), que no se daba la coartada de presentación de nuevos temas, y por eso Jason Pierce optó durante una época por vestir con ropajes distintos las canciones más consistentes de su discografía. Para conseguirlo nos propuso un viaje espiritual a través de un coro de gospel y arreglos de orquesta. Sin duda se trató de una propuesta de altos vuelos, en la que no faltó la electricidad de los discos de la primera época del grupo. Si hace unos meses el grueso del setlist lo protagonizaron cortes de su obra mayúscula, “Ladies and gentleman we are floating in space”, un disco que lo cambió todo en la segunda mitad de los años noventa y que todavía hoy, más de veinte años después, sigue produciendo la misma explosión emotiva en el oyente, en esta ocasión la columna vertebral fue su recién estrenado último disco, “And Nothing Hurt” (Bella Union, 2018). Un trabajo con muchos vasos comunicantes con aquella gran obra cumbre de su discografía. Por lo visto este último disco ha tenido un parto más bien complicado. De hecho hace más de un año que lo finalizó pero, por desavenencias con su productor ejecutivo relacionadas con el sonido final de los temas, los másters del álbum permanecieron encerrados en un cajón durante muchos meses. Finalmente el álbum vio la luz a finales de este verano para grata sorpresa de todos ya que, sin duda, se trata de su mejor trabajo de los últimos 15 años. La buena reacción por parte de la crítica y de público le ha llevado a embarcarse en una gira mundial para presentarlo en directo. El de ayer supuso su retorno al viejo continente después de un par de conciertos en Estados Unidos y uno en Japón.
Jason Pierce y los suyos plantearon el show de la siguiente manera: primero interpretarían una pequeña selección de temas pertenecientes a sus anteriores discos para luego pasar a desgranar, uno a uno y por orden, los temas que conforman su último elepé, y finalizar después, con un bis con dos temas de propina. Así pues, en los primeros compases del concierto ya asentaron un pelotazo del calibre de “Come Together” para regocijo de todos.
Siguiendo la estela de su anterior gira, la banda se presentó en directo junto a un coro de tres voces femeninas que ayudó a que los temas se elevasen aún más. Él, por el contrario, permaneció más bien pegado al suelo. Y es que Pierce tocó todas las canciones sentado en una silla en el lateral del escenario. En este primer tramo, también sonaron “Shine a light”, “Stay with me”, “Soul on Fire” y “Broken Heart”.
El siguiente bloque lo dedicaron a “And Nothing Hurt” y a Jason Pierce se le notó algo más excitado con la presentación de su nueva criatura. “I’m you man” sonó a gloria, y con “On the sunshine” consiguieron la mayor ovación de toda la velada. Además, la aportación de las voces del coro durante el desarrollo sonoro de “The morning after”, fue otro de los momentos cumbre de la velada. Así llegaron al bis, en el que interpretaron “So Long You Pretty Thing” y “Oh Happy Day”, un tema imprescindible en sus primeros conciertos de los 90 que últimamente está recuperando para cerrar sus directos.
Cuando uno escucha un concierto de Spiritualized sin prestar excesiva atención, puede llegar a creer que está escuchando el mismo tema una y otra vez. A nadie se le escapa que el patrón del crescendo se aplica en un gran número de composiciones, pero, ¿acaso no siguen un mismo patrón los temas pop? ¿o los urgentes temas punk? Lo que propone este grupo es un conjunto de viajes comprimidos en 6 minutos de duración en los que, sin duda, un oyente avispado va a saber valorar la gran riqueza de su léxico sonoro, o lo que es lo mismo, la audacia del uso de texturas para conseguir dar corporeidad y contundencia a unas melodías de nana. Es ahí donde convence y vence.
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