Una vez finalizada la temporada veraniega de festivales, Mucho han regresado a esas distancias cortas que sólo se consiguen tocando en salas y donde, según confesión propia, más disfrutan a la hora de compartir su música. La banda toledano-madrileña continúa así con la presentación de las canciones incluidas en su último disco, “Pidiendo en las puertas del infierno” (Marxophone, 16), publicado a comienzos del presente año.
La sala registró una afluencia algo menor a la esperada dada la creciente popularidad del combo, luciendo sin embargo un buen aspecto al completarse cerca de tres cuartos del aforo. Resulta además que el cuarteto logró conectar especialmente con un público que, celebrando la noche del sábado, no dudó en devolver la generosa intensidad que emanaba desde el escenario. Que Mucho está formado por cuatro buenos (y experimentados) músicos es algo que ya se sabía sobradamente, pero la banda sorprendió apostando por un directo empapado en niveles adicionales de realismo y aspereza. Una tendencia con la que el combo gana agresividad y credibilidad con respecto a su versión en estudio.
Temas como “Los amantes no olvidan”, “El león de tres cabezas”, la política “Perro Negro S.L.”, “Como si no hubiera mañana” o “Las puertas del infierno” sonaron enormes apuntalados sobre numerosos teclados y sintetizadores. Una opción vibrante y electrificada al contacto con los pedales y las capas de distorsión manejadas por una formación expeditiva y que no rehúsa los mensajes comprometidos. Sensaciones cómplices, por tanto, y algo místicas (esa presencia del vocalista Martí Perarnau…), a lo largo de un concierto muy bien medido en setenta jugosos minutos.
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