Había muchas ganas de volver a disfrutar de los conciertos en sala sin tener que sufrir las ataduras de las sillas. Y no podíamos imaginar mejor celebración de “vuelta a la normalidad” que con un concierto de Muchachito (agotó las entradas varios días antes). Aunque fuera en formato “One Man Band”. Y daba igual que sonara mejor o peor (que sonó bien). Que hubiera más o menos luces (que estuvo perfectamente iluminado). Daba igual que hubiera empujones. Que volara la cerveza por las cabezas. Nada importaba, las caras de felicidad de todo el público lo decían todo. Pero es que con quién mejor que con ese chamán de la música callejera que derrama alegría y buen rollo por los cuatro costados. La comunicación que mantuvo con el público fue total y el karaoke constante.
Durante más de dos horas no paró de tocar, sudando a mares, pero siempre con una sonrisa. Hizo un repaso a todas sus canciones. Y más que nombrar las que tocó, sería mucho más fácil decir las que no tocó. Fueron más de cuarenta, entre temas propios, con esos dos nuevos que ha grabado para la película de "El Club del Paro", temas de Trimelón de Naranjus su anterior grupo, del G5, versiones de Kiko Veneno (que admira como se las “destroza”), de Pata Negra, de Willie Colon (vía Manzanita), de Renato Carosone, de Francis Cabrel, de Peret o de su compadre Melón Maguilaz.
Para quien lo no conozca, enfrentarse a un concierto de Muchachito es una autentica batalla. A ver quien aguanta más, si él tocando su guitarra y cantando o el público bailando. Pero es que fue un autentico espectáculo verle tocar con esa aceleración increíble de su mano derecha, a la vez que cantaba y marcaba el ritmo con los pies en una plataforma, o cuando seguía tocando su guitarra y se sentaba en su batería. Pero siempre manteniendo ese bombo a negras marca de la casa.
Si en los directos se comprueba la esencia de un artista, él la derrochó a raudales. Hay un dicho entre los músicos que dice que si quieres ser músico, puedes estudiar cinco años y lo serás, ahora bien, la conexión con él público no tiene nada que ver con eso. En esa “otra escuela” Jairo es un catedrático. Los activistas musicales de La Salamandra no pudieron escoger mejor banda sonora para disfrutar de la música en directo como antes. Aunque permítanme decirles que con Muchachito lo celebramos mucho más.
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