Moby, la empanada era real
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Moby, la empanada era real

4 / 10
Jorge Obón — 07-03-2000
Empresa — Mercury Wheels
Sala — Macumba
Fotografía — Alicia Gosálvez

Salvando las distancias estilísticas, las empanadas mentales de Beck y Moby son semejantes, pero donde Beck ha logrado excitar, Moby sólo promete una y otra vez lo que no termina de dar. Y eso que podría hacer casi lo que quisiese y nadie se lo reprocharía; y que la banda no pareció demasiado competente en ningún momento, y daba igual. Por lo menos al principio de un concierto en el que parecía que Moby había encontrado la continuación del camino perdido del rock, a base de una potencia y una simplicidad arrolladoras… Pero no, tuvo que romper la magia que estaba creando y regalarnos uno de los bajones más vertiginosos que se recuerdan. Y de perdidos al río (primera parte), y a tratar de arreglarlo con «Porcelain», demostrando que la tristeza etérea podía tener pinta de karaoke. Y cuando los ceños ya dolían de lo fruncidos que estaban, de perdidos al río (segunda parte). «Esto es bakalao, tío», que decía uno. Y a liarse a 140 bpm’s a guitarrazos jevis, y a demostrar que puede hacerse el mesías más que San Bono. Los comentarios entre el respetable eran hirientes, y el espectáculo ya no interesaba más que a los ruteros (del bakalao). Y, hala, las manos en los bolsillos y a hacer cola a por los abrigos. «¿Sabes que he visto a Paloma Chamorro?» Pues lo siento por ella, y por todos los que (como yo), creían que la empanada de Moby no era una promesa, sino una realidad. Otras veces había epatado, pero eso fue otras veces.

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