Con el cartel de agotadas las localidades colgando en la Sala Razzmatazz, Miss Caffeina coronaron el lugar con un fin de gira digno para cerrar esta etapa. Y puede que justo por eso, ya en la cola se percibían los nervios de miles de extraños que tenían un fin común: despedirlos como merecen y dejarse la voz en cada uno de los temas. Puedo prometer que así fue.
Fue salir el grupo al escenario y la locura se desató por todos los rincones de la sala. Cuando una banda ama lo que está haciendo, y se nota que está disfrutando con el directo, esa emoción se contagia y eso es justo lo que ocurrió el pasado viernes. La indudable energía, dedicación y personalidad del cantante Alberto Jiménez se transmitió a lo largo de todo el setlist. Y es que el concierto de Barcelona le rindió un homenaje a toda la música de la banda, desempolvando temas que llevaban años sin tocar como “Lisboa”.
Los visuales de la pantalla, los juegos de luces y el humo conseguían absorberte y transportarte a una galaxia sonora propia de Miss Caffeina. Y es que con canciones cómo “¡Oh! Shana”, “Hielo T” o “Venimos”, al grito opaco y al unísono de “Venimos del mismo lugar, de un año de mierda”, se formaron himnos que elevaron la energía hasta sus máximos, haciendo temblar el suelo como si fuera a agrietarse en cualquier momento.
Miss Caffeina se mostraron cercanos y transparentes, realizando varios discursos para agradecer y contar a los asistentes como había sido el camino desde sus inicios, que ahora estábamos viviendo en carne y hueso con el repaso de sus cinco álbumes. Y es que como regalo a este fin de gira tan mágico y especial, la ciudad condal vivió la presencia de dos invitados- ambos participantes del Benidorm Fest de este año-: Roger Padrós, con quien interpretaron la balada “Átomos Dispersos”, que dejó a todos moqueando, y Sofía Coll, con quien cantaron a pleno pulmón “Punto Muerto”.
Tras un bis innecesario, ya que el público seguía hambriento por seguir escuchando al grupo después de casi dos horas, Miss Caffeina pusieron el grito en el cielo con una versión con bailarines incluídos de “Bla Bla Bla”. Pero fue con el mítico “Para toda la vida”, con el que estoy convencida, se batió un récord de decibelios por parte de los asistentes, que cantaron con la pena añadida de que el último estribillo llegara a su final y tener que despedirse del grupo. Y es que si tuviera que describir la gira “Sayonara Baby” de Miss Caffeina con una palabra, esa sería nostalgia. Justo lo que sientes durante todo el concierto sabiendo que te lo estás pasando tan bien que ya lo echas de menos.
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