Siempre resulta tentador espiar conversaciones ajenas, y la expectación levantada en torno a la comparecencia de Micah P. Hinson hacía que éstas fueran muchas tras el concierto de Will Johnson (South San Gabriel, Centro-Matic) que abrió la noche, que fue de más a menos, entre anécdotas (sus aventuras en El Corte Inglés) y una carga emocional que se fue diluyendo después de un magnífico arranque. En uno de estos diálogos interceptados, una pareja hablaba sobre si este tejano de aspecto frágil y voz poderosa y rasgada acabaría convirtiéndose en una figura a la altura de Tom Waits o Nick Cave, nombre que yo habría sustituido por Bob Dylan. El propio Micah P. Hinson, sin ser preguntado, respondió negativamente. Suena clásico y personal, revisionista de la americana, con el country como anécdota y más eficaz en la épica que en el susurro. Con el único acompañamiento de Nick Phelps (batería, banjo, lap steel), uno de los músicos de “… Ant the Opera Circuit”, repasó buena parte de su último álbum, permitiéndose el lujo de jugar al despiste con alguno de los temas y convirtiéndose a veces en un Kurt Wagner mínimo y cercano. Y entre tanto, otra conversación furtiva, en este caso un breve debate sobre su prematuro estrellazgo (encumbrado a la categoría de genio con apenas dos discos y un EP) y el folk como moda pasajera. De lo segundo no estoy demasiado seguro, pero respecto a lo primero, y aunque éste no fuera a la postre un gran concierto (hubo intensidad, pero también fue algo deslavazado), Micah tuvo detalles que le confirman como uno de los grandes; no sólo en el futuro, sino aquí y ahora.

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