La última vez que Liars tocaron en Madrid, lo hicieron en Moby Dick con Deerhunter como teloneros y aquello resultó una experiencia tribal apócrifa, como sacada de un cuento de Lovecraft: inenarrable.
En 2014 en Joy Eslava casi parecen de este planeta. Son de este planeta. Cuentan que para ellos, cada concierto es un experimento, pero da la sensación de que se dejan pocas cosas al azar. Hasta el pelo de Angus Andrew tiene su papel en el espectáculo: es un remedo de la portada de “Mess” que sirve para indicar si se van a poner burros o fríos, y encaja como un miembro más del grupo. Ahí está la cuestión, Liars no están en su mejor momento ni en el peor. Han olvidado casi por completo los tiempos de “They Were Wrong, So We Drowned”, pero aunque apenas haya tiempo para las canciones más oscuras de “Mess”, tampoco se pierden ni se dejan llevar por su repertorio más bailable y embrutecedor. Se saben especiales y parece que en 2014 les basta con eso, a ellos y a buena parte del público, que se lo pasó en grande mientras que otros gritaban algo así como, si no sangran los oídos, no es un concierto de Liars.
Tampoco es para tanto, disfrutarlos sigue siendo una experiencia recomendable y peculiar, pero la profesionalidad está haciendo que el experimento se quede en formulación... de momento. Sus peinados son divertidos, pero cuando dejen en un segundo plano el meneo del flequillo volverán a ser mucho más que un grupo solvente y especial para un martes por la noche.
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