A todo trapo

La discusión con Medalla siempre es la misma. ¿Cómo es posible que una banda que atesora tantas canciones que aúnan contundencia, melodía y personalidad, no sean capaces de llegar a mas gente? ¿Cómo puede ser que temazos como “Banderas a media hasta”, “Abandonarse a la tristeza” o la delicada “Duelo” no acumulen un número de reproducciones exponencialmente mayor de las que nos muestra Spotify? Y ya puestos ¿de verdad que un grupazo así, tan solo merece un centenar de personas en el Upload de Barcelona? ¿Qué estamos haciendo mal?

Muchas preguntas sin respuesta. Demasiadas. Y es una pena, porque la del viernes es una de esas ocasiones en las que uno se siente, desde el púlpito de Mondo Sonoro, como predicador en el desierto. ¿No hay nadie ahí fuera que nos crea? ¿No hay nadie ahí fuera dispuesto a dejarse llevar por el poder melódico de este cuarteto?

Sin embargo, cabe decir que no todo fue redondo del todo  en la presentación de “Duelo” (Estudio Mazmorra, 23) en Barcelona. Hay algo que la banda debería controlar más y es esa querencia por el exceso. A nadie se le escapa que el rock alternativo de los barceloneses tiene en disco unos detalles y una textura que, en directo, quedan sepultados por el volumen y el exceso de energía desbocada. Todo el set del grupo acaba resultando prácticamente una descarga eléctrica que, al no estar revestida del envoltorio delicado de sus grabaciones, acaba por crear una bola chillona que puede estar bien si se ofrece de forma dosificada. Un problema que, sobre todo, se evidencia en la forma de cantar de Eric Sueiro que por momentos parece un coche de mil caballos en manos de un conductor novel. Y es que a Medalla le pueden las ganas de arrasar y es una lástima, porque tiene capacidad de sobras para modular su tono y ajustarlo a las circunstancias que obliga cada canción, No todo tiene que estar siempre arriba en todo momento.

Tampoco ayudó la selección de temas de un set-list basado en su último disco. Cualquier directo que se precie debe tener una dinámica que haga flotar al oyente en un viaje. Y lo peor del caso es que uno acarrea la certeza de que Medalla tienen canciones de sobra para lograrlo. Por eso solo puedo tildar de error el no haber hecho una selección con una mayor combinada de sus cuatro álbumes, con el objetivo de buscar un show más ajustado al potencial real de la banda y no confiarlo todo a la loable idea de presentación de su último disco.

Pese a todo, cabe decir que el cuarteto mostró un potencial enorme que puede y debe ser ajustado para lograr de su directo la experiencia que sus discos ofrecen y merecen. Lo pueden hacer de sobras y puede que solo sea una cuestión de rodaje y ajuste de unos cuantos detalles. Medalla deben mostrar en directo las múltiples caras que atesora y, si lo logran, obtendrán a cambio un directo rocoso, dúctil y sin fisuras. Un directo que estará a la altura de lo que su entregado público merece, aunque sea escaso. Quién sabe si así logran mayores resultados.