El concierto de McEnroe, en horario vermú dentro de la jugosísima programación de la décima edición del Inverfest, volvió a probar dos cosas. La primera, que el proyecto de Ricardo Lezón cuenta con un numeroso séquito de fieles que van a responder positivamente ante cualquier llamada del combo vasco, sean cuales sean las condiciones de la cita. La segunda, que McEnroe es, desde hace años, una de las piezas más valiosas de la escena patria, al menos si nos referimos a una obra emocionante hasta la lágrima y que, lejos de apaciguarse con el paso del tiempo, tiene en el oyente efectos sanadores cada vez más acusados.
Poco importó que el concierto fijado a las doce y media de la mañana comenzase con algunos problemas técnicos, porque en cuanto el grupo –Lezón se rodea de solvente quinteto sobre el escenario– echó definitivamente a rodar, el despliegue de sentimientos volvió a resultar acongojante. Una amalgama emocional traducida en un conjunto de canciones tan bellas, matizadas e impecables como nostálgicas y profundas, asumidas por el público con impecable silencio y respeto reverencial a la altura del propio contenido. Un catálogo, el de los vizcaínos, que a estas alturas se antoja apabullante, y que en el desarrollo de su última visita a Madrid derivó en repaso por los diferentes renglones que, hasta la fecha, han dejado dos décadas de música ya latente bajo la piel de sus seguidores. Lezón volvió a exhibir su honesto libro de estilo, concretado en un romanticismo otoñal, poético y nostálgico que lo sitúa como uno de los narradores autóctonos emotivos por excelencia. Peculiaridades que lo emparejan con Nacho Vegas o The New Raemon (con el que precisamente publicará en breve otro disco conjunto), apuntando en el aparatado internacional a Bill Callahan, Will Oldham, Nick Drake, Low, Jason Molina, Damien Jurado o Red House Painters.
Una epifanía concretada en piezas como “La cara noroeste”, “La electricidad”, “Luz de gas” (con extendida parte final de consecuencias hipnóticas), “Gracia”, "Un rayo de luz" junto a su hija Jimena Lezón, “Los valientes” o “Vendaval” como definitivo fin de velada. El concierto matutino de McEnroe en The Music Station Príncipe Pío resultó ser una insuperable manera de comenzar el mejor día de la semana, en otro acierto de programación de Inverfest. Una iniciativa que, con su apuesta por diferentes estilos y escenarios durante los meses de enero y febrero, se antoja cada vez más imprescindible.
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