En medio de la semana, en medio del mes y en medio de Donosti, nos pillaría la última venida de los franceses Mars Red Sky (foto encabezado e inferior). En mitad mismo de ninguna parte, como para que muchos de los espectadores potenciales de estos galos, se sumasen a la timba que montaba el Dabadaba el pasado miércoles 10. Un triste hecho, que nos dejaría una sala a media asta, para lo que a priori se antojaba, un bolo de cierta enjundia.
Abrirían los guipuzcoanos Rodeo, quienes ya desde su sonoro nombre, subrayarían la evidente influencia de Kyuss sobre su sonido. Se les intuirían pocas tablas y cantidad de ganas de agradar, en una actuación seriamente tocada por la escasa afluencia de asistentes. Ejecutarían un correcto Stoner en Euskera, sonando a buen volumen, pretendiendo cumplir ante todo y subiendo en uno de sus temas, al carismático cantante de Lin Ton Taun, para que imprimiese color especial, a los mejores minutos que acabarían dispensando. Buen teloneo en definitiva.
Los jefes de filas saltarían de manera tímida sobre las tablas del Dabadaba, excesivamente tímida se mirase por donde se mirase, adelantando desde los primeros minutos, como terminaría siendo su comparecencia entera. Oficiarían sin la chispa necesaria, arrancando sus minutos como quien aún se haya probado, como si aquello fuese más un ensayo con público, que un concierto con todas las de la ley. Comenzarían invocando a los Aliens de su último álbum, tratando de sumergirnos en su psicodélica burbuja poco a poco, haciéndonos navegar por las desérticas llanuras, que pueblan sus coloristas composiciones. La letal mezcla que dibujan, las finas voces de Julien Pras, con las gordísimas líneas de bajo de Jimmy Kinast, volvería a resultar efectiva sin embargo, consiguiendo que finalmente, pudiéramos encaramarnos al globo musical que andaban inflando.
Recordarían con cariño, su primer y emblemático trabajo, dando especial importancia a los “Marble Sky”, “Strong Reflection” y “Up The Stairs”, dejando también rato suficiente, para presentarnos como es debido su último "Apex III", demostrando que su punto fuerte siguen siendo las composiciones, por encima de su comedida puesta en escena. De esta manera nos dejarían ir, con dos postreros bises en la mochila, y la incierta sensación de que el tripi que la banda podía haberse marcado, se había quedado en triste canuto que no tiraba.
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