Murcia es ese recoveco del que escuchamos hablar más bien poco y del que cuando se hace, suele ser para hacer meme de ello en Twitter. De ahí vienen trashi, aunque tal y como ellos confirman le deban más a Madrid de ser quienes son hoy en día. Y así lo demostraron el pasado sábado 6 de noviembre en la 2 de Apolo en Barcelona.
Las banderas LGTB estiradas en el suelo mientras la gente se apilaba sobre ellas para formar cola ya auguraba de qué rollo iba a ir el concierto de trashi. La 2 de Apolo se convirtió el sábado pasado en una reunión (improvisada o no) de todo Twitter, más concretamente de ese maricón con banderas multicolor en los nicknames. Con una media de edad que no bajaba de los veinte y con cerveza en mano y sudadera blanca de trashi como atuendos predilectos, el público calentaba motores entre el humo de los cigarros y el ambiente festivo que ya se respiraba fuera de la Apolo. Esto, sin quererlo, también presagiaba qué escena no nos íbamos a encontrar esa noche: ese íntimo bedroom pop en el que tanto han encasillado a la banda durante el último año, pero del que, sin pretenderlo, se han desmarcado con su último EP "Lo que pasó ese verano".
Entre el repertorio de canciones que sonaron antes de empezar el concierto escuchamos a Chico Blanco, el granaíno que vive a caballo de la electrónica y el house. Y lo que abrió el concierto no fue más que un reverb de guitarra, lo que nos acabaría por confirmar que nos íbamos a encontrar a unos trashi más desvergonzados y energéticos que nunca. Ya lo anticipaban sus redes la noche anterior, que hicieron doblete en Madrid, donde los vídeos reflejaban la pura fiesta que fueron los dos shows. Barcelona no podría ser menos. Aunque esta vez sin Natalia Lacunza cantando su colaboración con los murcianos, o sin una aparición improvista como la de María Blaya. Pero lo que sí tuvo la ciudad condal fue la aparición estelar de Pedro Ladroga, que se presentó como si nada entre el desparpajo del escenario para cantar el garajero "mañaneo".
De Murcia no tuvimos más que el acento de Sergio, el vocalista, al presentarse ante el público junto a un grito cómplice de ¡viva Murcia! De ahí en adelante ya todo fueron saltos, sudor y gritos a pleno pulmón mientras el joven cuarteto cantaba todo su repertorio –que no es mucho–, excepto uno de sus primeros singles, "nisiquiera". La cercanía y soltura que desprendía la banda nos hizo presenciar cuatro amigos que parecía que llevasen mucho más tiempo del que realmente llevaban rodando y tocando en salas de toda España (al menos con trashi). Como Pedro por su casa, Sergio, María, Luz y Luis confirmaron esa inocencia gamberra que les caracteriza. Porque la timidez los delataba a ratos, pero luego tocaban canciones como la peculiar cover "fiebre", una fusión de Fiebre y Alocao de Bad Gyal, con tal descaro que te hacían mover la cabeza y saltar al ritmo de las guitarras sin quererlo.
A pesar de fallos técnicos como el de "brillito", en el que la voz de Sergio apenas se apreciaba, brillaron –ahora sí– con temas como "Quiero dormir contigo" o "mal mal" con bandera LGTB al cuello incluida. También hubo hueco para la nostalgia con "ojalá que no te hubiera conocido nunca" o la fiestera "dream team" para reafirmar que ellos son ese buen team del que tanto hablan. Aunque esta sería una velada que se caracterizaría más por la fiesta, lo que nos acabó trasladando al momento álgido del concierto con "dime que si", el que creíamos que sería el broche de oro con Sergio mezclado entre el público, pero que acabó convirtiéndose en el penúltimo tema antes de que los de Murcia se marchasen dejándonos con la miel en los labios –y no precisamente por Aitana–. Después de un breve parón para que Sergio fuese a mear, porque de la naturalidad no se escapan ni queriendo, trashi nos regalarían su último tema "No me ves :(", la que paradójicamente fue su primera canción.
Quién diría que aquellos que conformaban la aún más joven banda Jump To The Moon son ahora trashi. Pero en realidad no dejan de ser aquello que fueron: el reflejo de una generación, ahora con nostalgia y amor como protagonistas. trashi nos hizo recordar, en lo que se hizo un muy breve lapso de tiempo (una hora), lo que era disfrutar un concierto en directo, por fin, de nuevo. Pero, sobre todo, nos hizo sentir en nuestro safe place, haciéndole honor a aquello que llevan perpetuando desde sus inicios: "queremos que la peña que vaya a nuestros conciertos se lo pase guay con todos sus amigos y se olviden un poco de sus respectivas movidas", y vaya si lo hicimos.
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