Con arrollar no basta
ConciertosMaría José Llergo

Con arrollar no basta

7 / 10
Don Disturbios — 30-11-2023
Fecha — 29 noviembre, 2023
Sala — Sala Paral·lel 62, Barcelona
Fotografía — ©Jordi Calvera (Cedidas por la organización)

Si iniciamos el juego de la paradojas, no deja de ser un contrasentido que el festival de Jazz de Barcelona acoja un concierto en el que todo esta tan medido y no dé lugar ni a un mínimo de improvisación. No hay nada de jazz en ello. Si encima le añades, que el show de María José Llergo estaba enclavado en la categoría de flamenco, cuando su actual propuesta adolece de él, ya hemos completado el círculo del sin sentido. Todo vale en el laxo mundo del programador.

Bromas a parte, tildar de flamenco lo que desarrolla María José Llergo acompañada de un teclista y batería (ambos excelentes, como no podría ser de otra forma) es ampliar el concepto del género a límites tan difusos que acaba por perder todo su sentido. Lo de la cordobesa es en realidad una revitalización moderna de la canción española, con cierto abuso del crescendo y la épica. Y si menciono la palabra abuso, es por el excesivo uso de dinámicas altas durante todo el bolo, que sirven ¡y de qué manera! para la exhibición constante del brutal torrente vocal de MJ Llergo, del que nadie osaría dudar, pero aniquilando la parte más epidérmica de su propuesta. La que debe emocionar y no emociona. Dicho de otra forma. A su concierto le sobra vocación de arrollar y le falta capacidad de tocar esa fibra indeleble que te eriza el bello y aflora la lagrimilla.

Puede que parte de la culpa la tenga precisamente la formación más académica a la que se sometió Maria Jose en la ESMUC de Barcelona. Y es que su propuesta actual a modo de concierto, tiene ese tufillo ‘arty’ tan correcto que nace de un aula con prestigio y no de un sucio local de ensayo o de una buena juerga gitana. Un todo para el pueblo, pero sin el pueblo, que me hizo añorar a la María José Llergo flamenca de los pies a la cabeza. La que no iría a ningún sitio sin el acompañamiento de una guitarra cien por cien española.

Pese a todo, no cabe poner en duda su indudable valía. No voy de eso. Lo que pongo en duda es la deriva que ha tomado en su último disco, que le resta personalidad en busca de algo que me resulta ajeno a ella. A su esencia. No hay que domar a ese potro desbocado que no sabe dónde va. Hay que dejar que galope libre. Por eso hay que coger todo lo aprendido en el aula y tirarlo a la basura. Solo así se consigue presencia escénica. Solo así se convence sin intención de convencer.

Y luego están las canciones. María José las tiene y muy buenas. “Ultrabelleza”, “Tencontrao” o “La puerta está abierta” son magníficos ejemplos de ello. La única pega es que le falta mayor contraste entre ellas para generar diferentes dinámicas en su directo. Un cambio de registro que sí logra alcanzar con “Lucha” y que le sentaría de perlas a su show de hacerlo más veces.

Pese a todo, la hora y media larga del concierto (sino me desconté sonaron un total de diecinueve canciones) fue todo un alarde de poderío de la artista que posiblemente tenga la mejor voz de este país, pero a la que le falta mucho recorrido todavía para saber, como el diablo, más por viejo que por diablo.

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