A Manta Ray se le planteaban dos grandes retos con esta “Gira De La Esperanza”. Por un lado debían hacernos olvidar la presencia del guitarrista Nacho Vegas, que dotaba a los directos de la banda de un acabado formal impecable. Por otro, trasladar las múltiples aristas sonoras de su delicadísimo “Esperanza” a los escenarios. Y es que bien es cierto que el asfixiante aire que desprende “Esperanza”, el álbum, se pierde en concierto a favor de una evidente dictadura rítmica. Aunque no resulta menos cierto que la banda se muestra en sus actuaciones más dura, más orgánica, haciendo virar su sonido hacia terrenos más carnales en los que Manta Ray transmutan en una suerte de cuarteto de jazz futurista. Los espacios pasar a ser clubes de música imposible y nocturna en los que la banda muestra su inusitada profesionalidad. Abrieron la sesión con el tema que titula su último disco, oscurísima elegía que da paso a un repertorio que aborda, en su mayoría, piezas de “Esperanza” desde una óptica violentísima y algo confusa. Desde el agresivo texto de “No Me Dicen Nada”, recitado por el desquiciado Nacho Álvarez, hasta la peligrosa dulzura (tanto como un hada sin alas) del instrumental “Rita”, pasando por la agónica y deliciosa súplica de “La Vida Continúa”. Así hasta alcanzar la cumbre de un concierto en el que los asturianos se atreven a interpretar el glorioso y extenso “Cartografíes”, eliminándole toda la introducción y sustituyendo los riquísimos arreglos de cuerda finales por un contrapunto obsesivo que consigue dotar al tema de una inquietante entidad que en disco no se percibe. Hay que ser muy grande para que un tema tan aparentemente triunfal como este suene en directo de forma tan desesperada y tan difícil sin perder un ápice de su belleza. Y eso es algo que solamente consiguen los maestros.
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