Incontestables
ConciertosManel

Incontestables

9 / 10
Don Disturbios — 18-02-2020
Empresa — Salamandra
Fecha — 15 febrero, 2020
Sala — Salamandra, L'Hospitalet (Bcn)
Fotografía — Oriol Monrós

Hay hechos que pueden ser sometidos al relativismo de la duda y otros que son del todo incontestables. Que Manel son un grupo con un cancionero repleto de canciones infalibles es algo que no se puede negar en absoluto. Entiendo que alguien pueda argumentar que no acaba de conectar con su propuesta; que a veces pueden resultar un poco ñoños o incluso que su lírica parece algo cargante. Todo eso es algo que se podría discutir, aunque no estuviéra para nada de acuerdo. Pero lo que no permitiría poner en tela de juicio, es la plena existencia de ese arsenal de ‘jitazos’, capaz de tejer un concierto que te deja prácticamente sin aliento. Y máxime cuando los cuatro integrantes de la banda logran tocar con la solvencia de los grandes. Como de memoria, pero sin resultar fríos o mecánicos. Y a la pruebas me remito.

El concierto del pasado sábado en una repleta Salamandra de L’Hospitalet del Llobregat fue uno de esos que eleva a imprescindible una cita como la que cada año nos proponen desde la propia sala con el Let’s Festival. Una sobresaliente programación de conciertos que hace más llevadero el invierno, a la espera de que la primavera empiece a despuntar con las primeras grandes citas al aire libre. Mientras eso llega, el Let’s aspira desde hace tiempo a trascender más allá de los límites de la que es la segunda ciudad más poblada de Cataluña. La misma que anda condenada a vivir con la enorme sombra que proyecta la primera. Aunque lo cierto es que, con conciertos  como el que nos ofreció el cuarteto catalán, está en posición de haberlo conseguido.

Una pantalla de video a modo de telón nos mostraba como unas hormigas eran absorbidas por un enorme sumidero de color rosa psicodélico. No había que ser un hacha de la premonición para esperar que Manel abrieran con ‘Formigues’. Tema que atesora los cambios suficientes para dejarte muy descolocado a las primeras escuchas, pero que luego acaba convirtiéndose en uno de los favoritos de su último trabajo, el genial “Per la bona gent” (19). De este álbum fueron también el segundo y tercer tema de la noche (“Els entusiastas” y “un “Aquí tens el meu braç” donde el estilo de la banda se hace más reconocible) pero, a la que llegó el cuarto, la temperatura de la sala empezó a entrar en ebullición gracias al merengué-mediterráneo de “La Serotonina”. Una de esas canciones que provoca que todos los prejuicios salten por lo aires y ya nada resulte igual. Además fue el tema en el que el sonido empezó a ajustarse del todo, y los coros del resto de la banda empezaron a arropar de forma sólida la voz principal de un Guillem pletórico en su papel de maestro de ceremonias. Tan pletórico estaba que nos puso la piel de gallina con el mágico crescendo de la maravillosa “Captatio Benevolentiae”, la primera de las concesiones que harían en el cancionero a su primer álbum del que ya han pasado nada menos que una docena de años.

Ya con el público en el bolsillo y en total comunión con la banda llegaría una batería de esos ‘jitazos’ a los que hacía referencia al principio: “Cançó del dubte”, “Jo competeixo”, “La cançó del soldadet” y una icónica “Ai, Dolors” interpretada con sólida solvencia por el guitarra Roger Padilla, que te deja con la certeza de que la capacidad vocal de los cuatro integrantes de Manel es otro de los puntos a favor de la banda. Evidencia que sobresale con fuerza en temas como “Les cosines” y su épica ‘roquista’ o una “Boy Band” que simplemente bordan sobre el escenario y, cuyo cachondo aderezo en forma de bailoteo bajo los focos de los cuatro integrantes, transmite un buen rollo tremendo, máxime cuando viene rematado a continuación por el acierto en forma de canción que es “Per la bona gent". Último tema antes de los bises.

Para acabar el apoteosis. Con la sala ya entregada y convertida en un auténtico karaoke solo faltaba rematar la jugada. Y  Manel lo hace con una triada de lujo para despedir la noche. “Sabotatge”, “Boomerang” y “Benvolgut” nos dejan con ese sabor a éxtasis en la boca propio de las grandes noches. Ya sé que sonará a tópico de mal periodista, pero ¡qué demonios! Me da igual. Si Manel no existiera el mundo sería mucho peor, gélido y triste. Ellos nos dan ese contrapunto de las pequeñas cosas, las que importan, con una visión tan cercana como poética y bella. Y eso para mi eso también es igual de incontestable.

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