Siempre que Matt Elliott toma un escenario el entorno desaparece, en una sensación compartida por público y artista en empatía e íntima colaboración. Es el hipnótico efecto con el que el británico cuenta en directo y que, a cada nueva gira, resulta progresivamente intensificado y perfeccionado. El de Bristol visitaba Zamora por tercera vez, una ciudad donde cuenta con seguidores lo suficientemente fieles como para responder a la cita en un siempre complicado lunes, en esta ocasión para asistir a la presentación de las canciones incluidas en “Only Myocardial Infarction Can Break Your Heart” (Ici D'Ailleurs, 13).
La soledad inicial del músico sobre las tablas desaparece a medida que éste añade capas a su invención, incansable y en perpetua búsqueda del enésimo efecto que consiga un nivel adicional de profundidad para composiciones como “The Right To Cry”, “Also Run”, “Zugzwang”, la siempre espectacular “Dust Flesh And Bones”, o una revisión del “Misirlou” de Dick Dale adaptada a terreno propio. Un empeño motivado por el cúmulo de loops y pedales que maneja con inhabitual humanidad, haciendo de la tecnología un aliado fiel y respetuoso con el talante de su obra.
El responsable de Third Eye Foundation recrea un universo personalísimo de efectos tan claustrofóbicos y punzantes como emocionantes y bellos, que dan lugar a un extraño y poderoso magnetismo del que es imposible escapar. Aunque sus virtudes sean de sobra conocidas, se antoja inevitable caer rendido una y mil veces ante el temperamento artístico que surge desde la misma alma atormentada del vocalista, al que hay que sumar la precisión y el ardor de la interpretación. Un don conjunto sólo al alcance de los elegidos.
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