sábado 18 de junio de 2016
La tercera y última jornada del festival, comenzó ya con las fuerzas de los asistentes en reserva, con el dúo neoyorquino de blues rock vintage The London Souls que demostró que se pueden hacer bastantes cosas con una batería, una guitarra y dos gargantas, pero hace tiempo que su propuesta ha dejado de ser sorprendente. Correctos y poco más. Una corrección insípida que se reprodujo también, poco después, con la banda de americana Woods.
Elegancia es el adjetivo que me viene a la cabeza al pensar en el set de los británicos Wild Beasts. Venían con su nuevo disco, de sonido algo más aguerrido que sus predecesores, pero apostaron por los medios tiempos elegantes y semi electrónicos de su repertorio, y ofrecieron un concierto contenido y bonito en el buen sentido de la palabra.
Había muchas ganas de ver a DIIV, que sin despeinarse se marcaron un directo conciso y creciente, oscuro y luminoso, elegante y grunge. Los de Nueva Yourk dieron una lección a base de guitarras y bajo magistralmente compenetrados ydemostraron que con su segundo trabajo vienen para quedarse.
No se puede ser más majo de John Grant, su directo y su voz lograron hacernos bailar, emocionarnos y hasta olvidar que estábamos en una grada a plena luz del día.
Y entonces llegó Neil Young. Precedido por un discreto e innecesario show de dos chicas disfrazadas de granjeras esparciendo semillas y regando margaritas sobre el escenario (ya conocemos que Young se encuentra en perpetua campaña ecologista, nada que decir ante la nobleza de la causa), el gigante canadiense, viejo hippy de hosco perfil aguileño tocado con sombrero Stetson y camisa grunge, empezó solo con el piano, el órgano y la guitarra acústica asombrando con lecturas de clásicos inmortales como “Heart of Gold”. A continuación se le unió la joven banda Promise Of The Real, con quien ha grabado su nuevo disco, y la noche se fue, irremediablemente, calentando. Cuando agarró su vieja y legendaria Les Paul del 59 y desató la bestia de expresividad eléctrica que lleva dentro, el concierto adquirió dimensiones verdaderamente épicas: Los 20 minutos de “Down By The River”, junto a clásicos como “Like A Hurricane”, “Mansion On The Hill”, “Rockin In The Free World”…manejando los tempos de la extraordinaria banda con mano magistral, y rompiendo los rígidos esquemas de la organización con otro corte de “Ragged Glory” de propina, “Love And Only Love”. Abusamos de epítetos, pero esta vez fue glorioso, abrumador. Histórico. Neil Young es eterno. Concierto del festival, claro, con permiso de los enormes The Who.
Tocar después de esto no resulta nada fácil, y la papeleta les tocó a los escoceses Biffy Clyro, que contentaron a su parroquia con su supuestamente enérgica descarga de emo rock de muchos oes. Lo mismo ocurrió con Angel Stanich, después de Neil sacaron pecho y obsequiaron al público un directo que demuestra su constante crecimiento artístico.
Otro triunfador de la noche fue el australiano Flume, que acompañado de unos preciosos efectos visuales, atronó la Caja Mágica con su mezcla de electrónica, trip-hop y downtempo, aunque abusase demasiado del recurso pregrabado. El chico conecta con el público y sabe cómo evitar que te peques al suelo, sin duda todo un talento en alza.
La jornada iba cerrándose y Xoel López y su estupenda banda combinaron energía y gusto melódico, desgranando algunos de los temas más conocidos de su repertorio.
Paralelamente Two Door Cinema Club, resultaron fácilmente previsibles aunque sus hits efectistas hicieron que la energía del público no decayese para entrar en una recta final protagonizada por unos Corizonas que literalmente se empoderaron porque aunque no estuvieran en el escenario más grande, ellos también estaban cerrando el festival. Brutal su versión del “Supernaut” de Black Sabbath.
El broche final del buen rollo y el baile desenfadado, fue para los estadounidenses Capital Cities que dejaron buen sabor de boca y al personal tarareando su “Safe and sound” hasta llegar a sus casas.
Afortunadamente la música siempre trasciende y pese a las críticas, con el corazón palpitante y los tímpanos aún resonando podemos decir: Mad Cool ¡Hasta el año que viene!
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