Sábado 8
La sombra del accidente de la jornada anterior, pesaba, como es natural, sobre el ánimo general en el que habría debido ser día culminante del festival madrileño. A la puerta del recinto una movilización de unas 60 personas con miembros de la CNT y el Sindicato de Músicos y de la Unión de Actores y Actrices, se manifestaba como “homenaje a Aunión” y para “denunciar que las muertes de cualquier trabajador mientras desarrolla su actividad son inaceptables". Frases como “Vergüenza me daría llevar esa pulsera”, "El precio de tu abono no vale una vida" o palabras como “Asesinos”, fueron coreadas por el colectivo dirigiéndose al público que iba entrando al festival en la última jornada de Mad Cool.
Ya dentro y según el sol asomaba calentando por fin a los asistentes, la noruega Anna of the North puso generosas dosis de terapéutica y elegante melancolía electrónica. El sol ya no se puso. Hace ya mucho tiempo que resulta impensable ver un concierto no ya malo, sino mediocre de Wilco, cuya última (y esperemos que definitiva) formación lleva años dando lecciones magistrales sobre los escenarios del mundo. Ojalá su buen rollo durara a perpetuidad, porque viendo a grupos así, uno recupera la maltrecha fe en el género humano. La banda comandada por Jeff Tweedy -trencillas bajo el sombrero, gafas de pasta y sonrisa perpetua- se dio otro inolvidable homenaje, sumiendo en la felicidad absoluta a los que se congregaron para verles. Ya pueden tirar de alt-country, de krautrock, de rock and roll vintage o de la perpetua sombra de los Beatles, que combinan esencias clásicas y aventuras sónicas cuasi experimentales con una categoría, un gusto y una coherencia que pocas veces se ven sobre un escenario. La culpa la tienen las gigantescas tablas de los seis músicos y, sobre todo, la química estratosférica que alcanza su interacción. Y que desemboca en un sonido exquisito, que tiene mucho que ver también con el equipo de instrumentos y amplificadores vintage con el que viajan. Los de Chicago alternaron piezas semiacústicas de su último álbum, el humilde y simpático “Schmilco” con clásicos imperecederos de la talla de “Via Chicago” -impagable los momentos de desenfreno enloquecido del súper dotado batería Glenn Kotche, que hasta hacía callar a los pesados de turno que no pueden callarse ni con este grupo delante de sus narices-, “Impossible Germany” -lo que hace Nels Cline con su guitarra una y otra vez en el solo de la canción es, simplemente, sobrenatural-, “California Stars”, de su disco con Billy Bragg, “Jesus, Etc”, “I´m Trying To Break Your Heart” o “Heavy Metal Drummer”-, y recuperaron joyas de su primer e infravalorado trabajo, como “I´m Always in Love”. Tampoco hicieron asco a esas simpáticas piezas rockeras (casi de glam rock) como la inicial “Random Name Generator”, muy apropiadas para el entorno festivalero, completando un concierto cautivador y delicioso, lleno de matices y contrastes, y que hasta se hizo corto, aunque se fue más allá de la hora y media. Otro de los picos del festival.
Wilco Foto: Maite Nieto
Ganges congregaron a un reducido pero creciente público durante su actuación en el escenario MondoSonoro. El grupo madrileño hizo frente al solapamiento con Wilco con su dream pop íntimo. Durante su actuación presentaron su primer tema en castellano (400 millas Norte) y tuvieron el detalle de dedicar Origami a Pedro Aunión.
Manic Street Preachers estuvieron muy en su sitio, haciendo justo lo que se espera de ellos y su rock recio con trazas glameras. Incorporados a última hora al cartel, los galeses se personaron en Madrid en formato quinteto y con un bajista reemplazando puntualmente al ausente y carismático bajista Nicky Wire. Empezaron muy arriba, con “Motorcycle Emptiness” y “Everything Must Go”, que, dadas las trágicas circunstancias, sonó con todo el sentido. Aunque tiraron de vez en cuando de algún aporte menor de su repertorio, tuvieron la sensatez de echar mano de lo mejor de su catálogo, en especial del que todavía sigue siendo muy probablemente su mejor disco, “Everything Must Go”: “You Stole The Sun From My Heart”, la imponente “No Surface Feeling”, “A Design For Life” (el cierre) o la rítmica “Kevin Carter”, -raro despiste incluido de James Dean Bradfield en el solo, que nos somos perfectos-. Además de otros clásicos de gran pegada y eficacia en un entorno festivalero, como “You Love Us”, “If You Tolerate Thus Then Your Children Will Be Next” y buenas canciones más recientes como “Indian Summer”, con su estupendo estribillo. El vigoroso muro de guitarras de su sonido se trasladó con eficacia al escenario con más matices de los que normalmente se esperan en un grupo que ha pecado a veces de cierta tosquedad (es lo que tiene tener más músicos) y hubo hasta una alusión al futbolista Gareth Bale, que el terruño tira mucho. Y reflexión melancólica: “Los que estabais en el 96 mosqueados y poniendoos hasta arriba ahora estáis con hijos”. Pues claro, ley de vida.
Savages Foto: Luis J. Menéndez
Actitud, garra, contundencia. Son los adjetivos que mejor podrían resumir el concierto de Savages. Desde el minuto uno, con esa guitarra distorsionada que introduce “I Am Here”, pusieron al público a palpitar. Ayse Hassan al bajo, Fay Milton a la batería y Gemma Thompson a la guitarra forman una apisonadora sonora que alcanza su poderío gracias a la incansable cantante Jehnny Beth, una auténtica bestia sobre el escenario. Temas como “Husbands” o “The Answer” llevaron al éxtasis a los presentes que se movían hipnotizados por los frenéticos ritmos. Pero Beth quería más. Se descalzó sus stiletto rojos (que a punto estuvieron de darle un disgusto al principio del show) y se dirigió al borde del escenario para tirarse sobre el público y elevarse sobre ellos, alentando así a una masa que definitivamente hizo suya. Esto terminó por encender al público que se veía envuelto en un infinito pogo en las primeras filas a ritmo de “Shut Up”. La bella y trágica “Adore” puso la calma, momentánea, porque recién acababa de terminar, Hassan, incansable, y con los ojos cerrados metida en la atmósfera de concierto comenzaba a marcar el bajo de la que sería el último tema, “Fuckers”, cerrando un directo que sirvió para evidenciar que son uno de los mejores grupos de su generación. “Nos han arrollado a todos”, me confesaba un cansado y descamisado tipo que se encontraba a mi lado. No puedo más que subrayar sus palabras.
Con parte del público todavía aplaudiendo la actuación de Savages, en el escenario contiguo arrancaba el concierto de Dinosaur Jr. Lástima que las primeras canciones estuvieran marcadas por los problemas de sonido que impedían escuchar la voz, haciendo casi imposible identificar canciones como “Love Is…”. Solucionado el problema, la distorsionada y acelerada guitarra de J Mascis puso al público a hacer crowd surfing. Impertérrito su compañero, como de costumbre, Lou Barlow al bajo ponía la furia rascando con maneras hardcore. Y así fueron presentando temas de su último trabajo entre pogos y los saltos de un público entregado a la causa. Hasta que llegaron de “Just Like Heaven” (ya casi tan suya como de The Cure) y “Feel The Pain”, que curiosamente y vista la reacción de los asistentes parece haberse convertido ya en el superhit de la banda tras treinta años de actividad. El concierto terminó de forma abrupta, veinte minutos antes de lo previsto, por el obligado parón en todo el festival para honrar la memoria de Pedro Aunión. Desde el escenario principal sonó “Purple Rain”, tema que acompañó su actuación el día anterior en el momento del accidente, y las pantallas se iluminaron con el mensaje: “En memoria de nuestro compañero Pedro”. Todo ello culminó con un sentido aplauso por parte del público en todo el recinto.
Dinosaur Jr. Foto: Alfredo Arias
De los tres cabezas de cartel del festival Kings Of Leon fueron, sin ningún lugar a dudas aquellos que menos público congregaron. No obstante, cumplieron a la perfección su función como “grupo de estadio” y conquistó a todos los presentes en hora y media de concierto gracias a una fórmula basada en un set list cargado de grandes éxitos y algunos temas de su trabajo más reciente, “WALLS”. Aquel “Only By The Night” por el que muchos les conocieron aún sigue pesando mucho en el imaginario colectivo. Los temas “Sex On Fire” y “Use Somebody” fueron las más ansiadas y esperadas por un público que se dejaban la voz en sus estribillos, afianzando así la conexión en grupo y una audiencia que no perdía comba ni con temas de su nuevo disco como “Over” o “Waste A Moment”, con la que cerraron.
Kings Of Leon Foto: Maite Nieto
Los vizcaínos Belako son una de las más recientes incorporaciones de la fecunda cantera de Euskadi: dos chicas y dos chicos con un nivel de solvencia y madurez sorprendentes: no es casual que tocaran en uno de los escenarios grandes del evento. Combinan paisajes fantasmales deudores del post-punk con influencias de bandas como los noventa, aunque el inglés les resta personalidad y tienen aún recorrido de sobra (presentaron temas de un tercer álbum que se publicará en septiembre). Alcanzaron momentos de intensidad arrolladora, como en la canción con la que se despidieron -esta vez, sí, en euskera-. No es nada fácil hacer lo que hicieron: convencer a los asistentes sin que el escenario se les hiciera grande en ningún momento, y con una propuesta (y sonido) homologable a la de abundantes grupos foráneos mucho mayores y con más experiencia.
Decían Belako los días antes de arrancar el festival que la actuación que no querían perderse por nada del mundo era la de M.I.A. Tuvieron que apresurarse los de Munguía, porque prácticamente resonaban sus acoples cuando apareció en escena la británica acompañada de DJ Tiger (atrincherado tras un muro de luces, metáfora de las barrera artificiales que cada vez más separan a las civilizaciones) una MC y dos bailarinas, con “Born Free” atronando. Tiene M.I.A. a día de hoy un problema evidente: una discografía de inspiración e influencia decreciente. Fuera de eso poco puede echarse a la cara al show de la Arulpragasam que a sus casi 42 años tira los versos con soltura, baila durante todo el show y maneja al público a su antojo, como la diva divina que es. Tuvo también la sensibilidad e inteligencia de hacer el homenaje más emotivo de la jornada a Pedro Aunión, dedicándole “Fly Pirate”. Y tras un cambio de vestuario cerró por todo lo alto con, no podía ser de otra manera, “Paper Planes”. Impecable.
M.I.A. Foto: Maite Nieto
Y la clausura del festival que finalmente correspondería a SBTRKT y Floating Points en formato DJ se acercaba con unos habituales de estas franjas horarias: Moderat. Los alemanes, frecuentes de los festivales nacionales en los últimos tiempos dieron rienda suelta a su particular forma de entender la electronica. Uno de los puntos fuertes de sus directos son sus audivisuales, hipnóticos e impresionantes, y que contituyen un miembro más del grupo, tal y como quedó palpable desde la interpretación de su hit “New Error”. Con canciones tan contundentes como “Bad Kingdom” o “Les Grandes Marches” clausuraban el escenario Mad Cool entre la satisfacción general.
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