La irrupción de Portishead a mediados de esta década tuvo como efecto secundario e inesperado la aparición de docenas de bandas que intentaron aplicar los mismos principios de los de Bristol a los estilos musicales más variopintos. Scott 4 intentan revolucionar en la misma manera el folk crepuscular y el blues más oscuro. Esto, que sobre el papel podría parecer una buena idea, en directo deja como consecuencia una criatura poco clara y a la que aún queda mucho trabajo para aprender a andar. Así, tuvimos un cantante (eso sí, con un bonito sombrero de cowboy) desgañitándose presa de no sé qué ataque existencial frente a la más absoluta indiferencia de un público que acabó aplaudiendo, en parte por educación, en parte aliviado por verlos marchar. Tras una espera de media hora, Luna, la banda de Dean Wareham y Sean Eden, subió pausadamente al escenario. En directo, apenas quedan parecidos con los Luna del estudio. Si en sus grabaciones cargan las tintas de las canciones en las frases melódicas, inspiradas y breves, en directo el peso recae sobre una base rítmica precisa y potente, a cargo de Justin Harwood y Lee Wall, músicos con una larga y activa carrera a sus espaldas. Un sonido, pues, muy endurecido que los lleva de vueltas a los inevitables Velvet Underground circa 1967. Aún así, Luna no muestran en directo su afición por el caos descontrolado que a aquellos aportaba John Cale, mostrando un sonido tenso y crispado, al borde del desastre pero que, milagrosamente, lograba llevar las canciones a buen puerto. Dejando espacio a la improvisación, pero sin dar impresión en ningún momento de que el asunto se les pudiera ir de las manos, Luna repasaron exhaustivamente de los mejores temas de su carrera, dejando la presentación de los de su nuevo disco para una ocasión mejor (o quizás para una futura gira). En definitiva, un espectáculo sentimental a cargo de una banda que, técnica y expresivamente, ha llegado a su punto más alto, sorprendiendo a sus incondicionales al recordándonos cuántos y cuan buenos momentos nos han proporcionado desde aquel «Lunapark”.
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