Los meses de octubre y noviembre plagados de eventos en Madrid; un día feo entre semana; primeros coletazos del frío; una banda que nos ha visitado con extrema asiduidad. Todo parecía indicar que el concierto de Luna programado en el Lula Club podría congregar a un público comedido en número ¿verdad? Pues no, de eso nada. Sucede que Luna son una de esas bandas definitiva y especialmente queridas y bien tratadas en nuestro país, y ninguna excusa sería suficiente para evitar que la sala de la Gran Vía madrileña presentase un excelente aspecto, repleta de seguidores encantados de acudir, una vez más, a la llamada del cuarteto. Sin nuevo álbum que presentar ni mayor excusa que, precisamente, ese mero (y enorme) placer que supone reencontrarse con las maravillosas canciones de Luna.
Así se presentaban Dean Wareham, Sean Eden, Britta Phillips y Lee Wall en la primera fecha de una gira peninsular de cinco paradas que, de paso, forma parte de los actos de celebración con motivo del cuarto de siglo que cumple la imprescindible promotora Houston Party. La circunstancia en cuestión motivó que el repertorio se nutriese de un picoteo de grandes éxitos, extraídos de entre el generoso catálogo propiedad de Luna. Todo para satisfacer a una audiencia que, no por conocer sus consecuencias, dejó de flotar con esa música elegante y exquisita de los neoyorquinos, mutada en personalidad artística propia tras asimilar la consabida influencia The Velvet Underground, Talking Heads, The Feelies o Television.
Entre las elegidas, “Chinatown”, “Dear Diary”, “Malibu Love Nest”, “Bobby Peru”, “Friendly Fire”, “Tracy I Love You” o una “23 Minutes In Brussels” que cerró el grueso del asunto y que, por sí misma, justificaba el precio de una entrada. Poco importó que, en los primeros compases de la actuación, el carismático Wareham pareciese algo despistado o el sonido pecase de falta de potencia, porque el asunto no tardó en entonarse y tocaba disfrutar con esos duelos de guitarras blandidos en plena complicidad entre el propio Wareham y esa barbaridad de músico que es Sean Eden. Por su parte, la base rítmica formada por Phillips (al bajo) y Wall (a la batería) volvía a lucir como sólido acomodo para la banda, apuntalando esa impecable sutileza de formas tan suya.
Luna cerraban el concierto (y de paso el círculo de referentes) en los bises, haciendo gala de otra de sus grandes virtudes: aquella que consiste en hacer propios temas ajenos. Fue turno para “Femme Fatal” de The Velvet Underground & Nico en la bonita voz de Britta (anteriormente ya habían acometido el clásico de Lou Reed “Satellite Of Love”) y el extenso “Marquee Moon” de Tom Verlaine y compañía como fin de fiesta. Por supuesto que, entre los incontables encuentros que han ido cayendo a lo largo de las décadas, hemos sido testigos de alguna velada aún mejor del grupo. Pero la de la pasada noche volvió a resultar sanadora en base canciones hipnóticas y, con frecuencia, sencillamente perfectas. En realidad, ya lo sabíamos: cada cita adicional con Luna refrenda el flechazo y potencia el enamoramiento.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.