¡Buen rollo!

Luis Brea es un habitual de zamorano Avalon Café, tanto que en esta ocasión y para presentar sus nuevas canciones –esas incluidas en el recientísimo "Usted se encuentra aquí" (Hook, 17)– programó una doble parada en el mítico local. El segundo concierto, ubicado en la tarde del domingo, contó con una afluencia menor que la del día anterior, pero el cuarteto volvió a gozarla desde el escenario, contagiando su entusiasmo y ganas de fiesta a unos espectadores fieles desde el principio hasta el final. Es el poder de una empatía desbocada y surgida entre ambas partes, que se genera a partir de encantadoras tonadas pop.

Una propuesta luminosa que además se nutre de influencias “nueva oleras” y géneros tan consistentes como el power-pop, para entremezclarse al mismo tiempo con toques de canción melódica. Una mezcla a priori imposible en lógica, y definitivamente embaucadora en consecuencia. Son las letras costumbristas, cargadas de inteligente ironía y con las que cualquiera puede llegar a identificarse, las encargadas de rematar la jugada maestra y certificar la conquista. Resulta además que la banda muestra la complicidad ejecutiva de quién lleva recorridos muchos kilómetros y escenarios, y sabe cómo generar la celebración de su público sin que la pose luzca forzada o impostada.

La selección del repertorio resultó principalmente enfocada hacia composiciones recientes, entre las que destacaron piezas como “Perfecto”, “Nueva Generación”, “Manuel Rodríguez” o “Como una ola”. Todas ellas carecen aún (lógicamente) del carisma de clásicos tan asimilados como “Mil razones”, “Automáticamente” o “El verano del incendio”, y sin embargo encajan en el conjunto y con el paso de tiempo adquirirán idéntico estatus que el de sus hermanas mayores.

Y es que, a día de hoy, Luis Brea y el Miedo es una de las formaciones que mejor trabaja el género dentro de nuestras fronteras, y sus conciertos no son sino celebraciones indiscriminadas del propio poder del pop. Ése que deriva en absoluta despreocupación, amplias sonrisas, y felicidad desbordada durante las dos horas que dura el mismo concierto.