La presencia sobre un escenario de Los Tiki Phantoms es siempre sinónimo de fiesta y diversión, pero también de envidiable soltura ejecutiva y canciones perfectas para dejarse llevar en la celebración propia de un sábado noche. Es el gustoso resultado derivado del encuentro con una de las formaciones con más solera y aptitudes dentro de la escena estatal de surf instrumental, que en esta ocasión presentaba su nuevo álbum “Aventuras en Celuloide” (Discmendi, 17).
Y es que, en el caso de los barceloneses, “siempre” significa estrictamente “siempre”. Porque el combo no va a cesar en su empeño, ni a rendirse ante una sala que (incomprensiblemente) sólo vio completada la mitad de su aforo, ni tampoco ante el habitualmente (y de inicio) frío público zamorano. Convenientemente trajeado y oculto tras sus inseparables máscaras mortuorias, el cuarteto desplegó ese reconocible sonido vertical y sin aditivos, con querencias cinematográficas y siempre tremendamente colorido en consecuencias. Unas virtudes que terminaron por arrastrar al medio centenar de aficionados hacia el epicentro de la pista de baile, y que en poco más de sesenta minutos contó con congas, surf en colchoneta a lo largo del local, bajadas a pie de suelo de los artistas para danzar con el público, o reparto masivo de caretas para completar la jarana.
Poco importó que el concierto fuese (y se hiciese) corto, porque las sonrisas y la satisfacción eran evidentes tras la incuestionable retahíla de temas propios -cortitos y al pie-, completada con una versión del clásico “Take On Me” de A-ha llevada a terreno propio sin compasión. Ni siquiera la ausencia del factor sorpresa logró menguar la pegada de un grupo que sabe manejar tiempos, celebración e intensidad con la solvencia de aquel bien rodado y plenamente consolidado en directo.
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