Brindemos por los promotores y salas privadas (en esta caso Undercover Producciones y Santana 27) que se la juegan para volver a programar conciertos de Rock, aunque les cambian las reglas a mitad de la partida.
Brindemos por tipos como Hendrik Röver y sus Deltonos por atreverse a rodar cientos de kilómetros desde su Cantabria rural a cualquier punto de la Península y plantarse en los escenarios a cara descubierta, reconvirtiendo su propuesta y entendiendo lo que hay que ofrecer a corazones sedientos de riffs y canción. Parafraseando el conocido título honorifico de una luminaria del Soul, a Hendrik Röver se le podría dar el título del más duro trabajador del ¿negocio? musical del país.
Brindemos por el público que asiste cuando hay pocas ganas de hacer nada y sea cuales sean las normas de la gincana, respetadas escrupulosamente (¿os imagináis que los políticos cumplieran las suyas propias?). Pero vayamos al turrón que hay mucho y bueno que contar.
A los sones de la partitura más conocida de Max Steiner con el personal ejerciendo de acomodador improvisado (linterna de móvil en mano) buscando su asiento y en comienzo muy cinematográfico la banda ocupo su lugar en escena. Y el espectáculo empezó con “Feliz” uno de esos trallazos de hard rock blues con label aussie y con el líder punteando su telecaster entonando ese “y yo soy tan feliz”, en realidad los que lo fuimos estábamos acomodados en sillas bajo el escenario. Para la tercera “Elvis” nos mostraba la fórmula de la coca-cola, en otro de esos temas en el que los riffs dejan espacio para interfaces armónicos de estribillos pegadizos antes de volver a “casa” con consejos prácticos “Súbete atrás y piensa en Elvis cuando tengas dudas”.
Y tras explicar que ellos también han tenido que acomodar su repertorio a este nuevo formato en el que “bailar sentados no es bailar” desplegaron todos los palos de su amplia baraja a lo largo de un repertorio donde trazas de sus once trabajos de estudio ( esperamos haber contado bien sin incluir directos, packs especiales de versiones, ni otros artilugios) se cuelan durante las casi dos horas de descarga de pesados riffs impregnados en blues cazalloso, melodías certeras siempre con mucho humor sobre algunas bestias negras particulares del cántabro.
Destacando el country rock trotón de medios tiempos en “Noroeste” con metáforas atmosféricas vs estado de ánimo. Los sonidos y riffs pesados y arrastrados a-la Gibbons en “Revolución” como unos modernos ZZ Top, rematada en punteos de blues cavernoso con llamadas a un levantamiento que ya paso de largo. El boogie vertiginoso en su revisión de “Discotheque Breakdown”, esta noche con slide pantanoso y riffs arpegiados veloces, todos los mensajes parecían apropiados esta noche: “¿o sea que a esto le llamáis realidad?”. Que se convirtió en la más extensa del lote acariciando pasajes de jam cósmica en los intercambios del siempre genial Fernando Macaya y el propio Hendrick.
Pero si te limitas a seguir al árbol genealógico de las raíces musicales te estás perdiendo la mitad de la magia. Las letras del serio country-blues-rocker cántabro Röver desprenden humor, acidez y cierto escepticismo vital tan necesario estos días. Así es capaz de rubricar un himno a las sorpresas coronarias de la segunda edad en “Taquicardia” que remata esta noche con brillantes desarrollos solistas. Repartir un poco de estopa entre su amada clase política en la distopica “Vergüenza” (que ataca tras preguntar por las autoridades locales) en clave de country blues con slide sobre la (inexistente) vergüenza política ante el hipotético hallazgo de una corruptela. Temática, la crítica política, que también sobrevuela en “Circunvalación” o “Saluda al Rey” (que presentó “en tributo a Van Halen pero sin saltos”).
Pero también hay momentos en el concierto en el que presentan su versión más luminosa en lo que podrían ser singles radiables para los de Camargo… ¿los Deltonos versión FM? Nooo, simplemente muestran que también saben hacerlo en disparos directos como “Correcto” o “Repartiendo” enlazada con un “Gasolina” en dupla australiana de riffs infecciosos con sabor a los hermanos Young, cargadas de electricidad pero con energía controlada (la que aporta la serena voz grave del líder) y muy coreadas por el público que se sentía atado en la punta de sus sillas.
Por supuesto no olvidan revisar sus primeras rodajas donde se basa el mito fundacional deltónico con “Listo” que sigue sonando tan fresca y efectiva como un puñetazo. Seguida de “Soy un Hombre Enfermo” con su intro heredera de Albert Collins y convenientemente actualizada en su letra “Bebo una Ipa y luego otra más”, momento en el que me vino un flash y me retrotraigo a un muy lejanísimo concierto en Fadura de los Deltonos circa el 91 y allí también estábamos viéndoles sentados, que ironías.
Y tras un emotivo y muy acorde a los tiempos “Brindemos” power pop arpegiado luminoso en memoria de los ausentes (y como habréis visto leit motiv de esta crónica), ya para cerrar el bolo “Hard Luck Blues”, recogida en su primera rodaja, ahora con sonido más veterano y cercano a los mejores Quo en este tema de Leroi Brothers pasado por la apisonadora de los modernos Deltonos. Broche de oro sin duda para su concierto así que volvamos a brindar.
Y brindemos por el Blues, el Rock and Roll, el Country y todas las músicas que nos hicieron vibrar alguna vez y que estos cántabros dominan hasta sacarle chispas a la formula.
Y por supuesto brindemos por los amigos ausentes y por qué sigan todos bien allá donde estén.
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