Volando hacia el presente
ConciertosLori Meyers

Volando hacia el presente

8 / 10
Noemí Valle — 24-03-2022
Fecha — 22 marzo, 2022
Sala — Teatro Eslava, Madrid
Fotografía — María Alfonso Gallego

El Teatro Eslava, tras dos años cerrado, renace en el centro de Madrid y vuelve a abrir sus puertas al público, que esperaba impaciente la llegada de Lori Meyers. Eran las 21:30 del 22 de febrero y aún aguantaba una larga cola ante la sala, un indicio de la noche que nos esperaba ahí dentro, saltando, gritando y bailando todos los temas que la banda granadina ha ido lanzando desde su génesis. Aquel martes por la noche cumplió con creces sus expectativas y nos hizo creer durante una hora y media que estábamos inmersos en un sábado noche en el que solo ponen en la discoteca nuestras canciones favoritas.

Noni (voz y guitarra), Alejandro (voz y guitarra) y Alfredo (batería), se subieron al escenario dispuestos a hacer de aquella fiesta una historia memorable. Lo hicieron de la forma que mejor saben, a golpe de canciones, arrancando con “Presente”, un cántico al ahora, al momento que nos atraviesa y que ya no se repetirá. Le siguió “Luces de neón”, un clásico que reconocimos tras sonar los primeros acordes y que celebramos con un brindis en el aire y un aplauso de esos bien largos, de esos que salen por inercia.

Llegó el turno de “El tiempo pasará”, un tema que el público esperaba con ansia, porque mezcla un ritmo hiper pegadizo con letras que se quedan arraigadas en el subconsciente con una facilidad admirable, algo que también ocurre con “Zona de confort”, que nos hizo agitar el cuerpo frenéticamente, con los brazos bien altos a punto de tocar el techo mientras cantábamos: “Alza tus manos junto a las mías/ Grita más alto lo que decías/ El mismo himno y sintonía/ Decir te quiero todos los días”.

Las canciones nuevas también tuvieron su hueco, en especial “Hacerte volar”. Tema que se gritó con la fuerza de los veteranos. No dio tiempo a que decayese ni una pizca de energía, porque segundos después ya estábamos dispuestos a contradecirnos cantando aquello de: “cualquier tiempo pasado es mejor”, mientras se sucedían las estrofas de “Punk”. Estábamos sumidos en aquel instante, seguros de que cada canción superaba a la anterior, pero llegó el turno de “Emborracharme”, y entonces saltamos con una fuerza sobrehumana sobre la pista y cerramos los ojos con firmeza y gritamos hasta el desafine más absoluto, exhaustos tras el acorde final.

Tienen las canciones de Lori Meyers una cosa mágica que hacen que sea continuamente verano, que nos recuerdan que “Siempre brilla el sol”, que si hacemos memoria, la vida se asemeja más a una verbena, a una noche de agosto que parece que jamás vaya a terminarse, a una pista de baile infinita que se nos queda corta. Como dice el estribillo de “¿Aha han vuelto?”, que se coló en la recta final del concierto: “Desmárcate/ Olvida ya los problemas/ Sin la menor indulgencia/ No quedes para repesca/ Levántate/ Compra un vestido de fiesta/ Y píntalo de inocencia/ Con una pizca de felicidad".

La banda granadina terminó el show consiguiendo que la pista vibrase con aquello de “mi mundo que es mi realidad”. Repetimos ese estribillo como un mantra, cuajando unas voces con otras, hasta cerrar el espectáculo con “Alta fidelidad”. Lori Meyers alargó repetidas veces ciertas frases del tema, estirando al máximo cada momento sobre aquel escenario que tantas veces los ha visto triunfar y que ya los ha visto vencer de nuevo. Estoy segura de que la ovación final se escuchó en todo Madrid.

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