Con su puesta de largo de 2013, “Pure Heroine”, esquivó a España de su ruta, de modo que se entendía perfectamente la expectación que horas antes de iniciar el show había en los alrededores del Sant Jordi Club al ser la primera y, de momento, la única vez que pisaba nuestro país. Siendo toda una estrella internacional con apenas 20 años estaba por verse aún cómo la neozelandesa se defendía en las distancias cortas. Y, ciertamente, pocas pegas se le pueden poner a lo que anoche se vivió en Barcelona. Sin necesidad de una escenografía de alto presupuesto (más allá de un televisor que escupía los interludios visuales al final de cada acto y unas sencillas luces en el escenario, lo que predominaba era la discreción), y acompañada de dos bailarinas de danza contemporánea sincronizadas a la perfección desde que hicieron acto de presencia en “Hard Feelings”, Lorde consiguió llenar el escenario con su sola presencia y con una colección de canciones que hicieron que la hora y media del espectáculo se pasara en un suspiro.
Igual de agradecida que emocionada por la intensa entrega del público desde el primer minuto, la artista rescató aquella “Magnets” con la que colaboró en el último álbum de Disclosure y se quitó de un plumazo algunas de las favoritas del público de “Melodrama” como “Homemade Dynamite” o “Sober” (aunque especial mención se merece “Buzzcot Season”, con la que recibió una de las primeras ovaciones de la noche). Tras el primer cambio de vestuario (hubieron tres en total) Lorde demostró porque “The Louvre” debería colarse entre las mejores canciones de este año antes de pausar el ritmo y marcarse un breve discurso en el que, entre cosas, se preguntaba por qué no había venido antes aquí. Nosotros también nos preguntábamos exactamente lo mismo.
Tras el momento balada de “Liability” e interpretar una versión más que efectiva del “Somebody Else” de The 1975 (nos quedamos con las ganas de oírla cantar el otro tema que versiona en este “Melodrama Tour”, el “In the Air Tonight” de su admirado Phil Collins), para la recta final fue a lo seguro y se dejó cinco de las piezas que la han convertido en uno de los mejores talentos de su generación: “Supercut”, aquella “Royals” con la que se dio a conocer al gran público, “Perfect Places” con sus dosis de coros enlatados, “Team” y una “Green Light” que terminó en un baño de confeti.
Entregadísima a la causa, con sus simpáticos bailes descoordinados y una sonrisa de oreja a oreja que no perdió en ningún instante, anoche se evidenció más que nunca que el futuro está de su lado. Probablemente, la próxima vez que recale en nuestro país o bien formará parte de un festival masivo o tendrá que enfrentarse a un recinto de mayor capacidad, así que lo hace apenas unas horas vimos fue todo un regalo para sus seguidores. Promete volver más pronto que tarde, por lo que ahí estaremos cuando la agenda lo marque para disfrutar nuevamente de esta atípica artista que lucha contra la fama cuando es más que evidente que ya forma parte de la maquinaria de una industria que tiene mayores planes destinados para ella.
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