“¡Aquí me tienes, Madrid!” Las Ventas tenía una cuenta pendiente con Loquillo y la hora de saldarla había llegado. El 24 de Septiembre estaba marcado en los calendarios rockers como día grande y el resultado superó con creces las expectativas. Porque tras toda una vida de carrera el Loco sabe que hay citas esenciales que surgen de tanto en cuando y en las que no se puede fallar. Y si hablamos de directos, el Loco es apuesta segura. Con puntualidad británica y con el oportuno pasodoble “Suspiros de España” a modo de introducción, su clásica silueta afilada hace acto de presencia en una plaza que sabe que esa noche será histórica. El tirón es innegable y seguidores llegados de toda España e incluso algunos venidos expresamente para el concierto desde Sudamérica, habían agotado todas las localidades desde hacía tres meses. Y Loquillo y los suyos lo sabían. Por eso el setlist había sido escogido con mimo y los tiempos estaban perfectamente estudiados y estructurados.
El pistoletazo de salida lo puso “Salud y RnR”, encendiendo una caldera en la que se iba a guisar una experiencia musical de altura. En el tendido y en la arena se veían varias generaciones: rockers de toda la vida, grupos de amigos, parejas, familias, y muchos padres que llevaban con orgullo a sus hijos a ver a su ídolo. El comienzo empezaba fuerte, con un sonido impecable y disparando sin piedad balazos rockeros de sus últimos años. Así se sucedían sin descanso “Linea Clara”, “Muñecas Rusas”, “Territorios Libres” o “Arte y Ensayo”. Loquillo está exultante, han ensayado expresamente para esta noche y cuenta con una banda engrasada hasta la saciedad. La figura del Loco marca el norte del espectáculo, pero la complicidad con los suyos es total y hay momentos para que cada uno de ellos tenga sus minutos de gloria, con su jefe echado a un lado del escenario, observando en un segundo plano las virguerías de sus hombres. “Planeta Rock” y “El Mundo Que Conocimos”, dos de los temas más destacados de "La Nave De Los Locos” (DRO, 2012) y “Viento del Este” (Warner, 2016), ponen a prueba el acelerómetro colectivo. “Donde está, dónde fue, la España que conocimos”. El Loco embiste sin miedo a un público que tira de capotazos para aguantar el desborde de energía que se le viene encima. Es una ocasión tan especial, y viendo lo bien que ha sabido rodearse siempre Loquillo, se hizo extraño no ver a ningún Leiva, Urrutia, Bunbury o Sabino invitado a la fiesta, aunque sí que contamos con Roberto Grima, ex de Los Negativos que ya ha colaborado con Loquillo y que subió al escenario en el momento de interpretar “Viaje Al Norte”.
“Cruzando El Paraíso”, “Por Amor” y “Hombre de Negro” son las encargadas de mullir la nostalgia a un público que viene buscando precisamente eso, como confirman interpretaciones soberbias de “El Rompeolas” y “Memoria de Jóvenes Airados”. Pueden pasar los años pero el convencimiento, la elegancia y la emoción con la que sigue interpretando sus clásicos es digna de elogio. Si bien es cierto que algunos de esos temas han sido revisitados con acierto, como una “Carne Para Linda” que hace las delicias del público mientras el Loco baja a saludar uno a uno a los seguidores de la primera fila. Pero la noche promete ser maratoniana y toca subir el listón. La euforia se desata con los primeros acordes de “La Mataré” y “ Ritmo de Garaje”, dos cañonazos históricos del rock español que hacen temblar la plaza de toros. La banda suena mejor que nunca. La contundencia, el empaque y la mala leche logran un cocktail de sonido absolutamente demoledor. A las guitarras de Igor Paskual, Josu García y Mario Cobo, se le une un talantoso Alfonso Alcalá al bajo y contrabajo, Raúl Bernal a los teclados, y un conseiller que marca los tiempos como nadie, y que no es otro que Laurent Castagnet. Acto seguido y después de un pequeño descanso de 10 minutos, la banda vuelve a la escena para recordar sus escarceos con Nu Niles y reinterpretar otra ronda de clásicos. El Loco se pone su chaqueta brillante y pone la plaza a bailar rockabilly con “Eres un rocker”, “Chanel, Cocaína y Don Perignon”, “Piratas” o “Esto No Es Hawai (Que Wai).Llevamos dos horas de concierto y la traca final está preparada. “Rusty”, “Rock ‘n Roll Actitud” y una inesperada “Jim Dinamita”, preparan el camino para el que posiblemente sea su éxito más grande en los últimos tiempos: “Feo, Fuerte y Formal”. Un tema con el que la plaza se viene definitivamente abajo. Pero lo prometido es deuda y aún hay más.
“Algunos decís que vuestra vida es mejor gracias a nuestras canciones. Pero hoy nuestra vida es mejor gracias a vosotros” Un José María Sanz emocionado como no le hemos visto antes no puede evitar sonreír de verdad, mirar alrededor y disfrutar cada segundo de la noche. El barcelonés más madrileño del rock se guardaba en la recámara uno de los guiños más emotivos y potentes de la noche con “Madrid”. Todos dijimos a Pepe Risi esta noche que ya podía sonreír con unos gritos que aún deben retumbar en el cielo de la capital. Pero si hay espacio para el himno en las calles de Madrid, también lo hay para las laderas del Tibidabo. Con la emoción a flor de piel, y posiblemente con un Glenfiddich 12 años en su copa, Loquillo nos recuerda su vocación en “Rock & Roll Star” y termina como no podía ser de otra forma, con su “Cadillac Solitario”. Una interpretación sincera y rabiosa en la que seguramente haya visto pasar sus 40 años de carrera escondidos entre los imperecederos versos de Sabino. Un broche de oro para una noche intensa y bonita. Una noche para dejarse llevar en la que la batalla entre la audiencia y los músicos por ver quién disfrutaba más terminó en tablas. El concierto hace justicia y escribe un capítulo muy importante en la historia de uno de los mejores artistas de la historia del rock en España. Loquillo ya tiene su particular “21 de Abril de 1981”. Por tantos años, Loco.
*21 de Abril 1981- Tema de su álbum “Cuero Español” en referencia a la ya emblemática fecha del primer concierto de Springsteen en España.
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