Noche de tríos intensos para una ciudad desalmada. Noche caliente con un frío que pela ahí fuera y aquí dentro. Noche oscura de noche en la que la Moby Dick ponía en escena a dos de los grupos de jóvenes aunque sobradamente cabreados que nos salva la vida a nosotros y al indie (con perdón) patrio.
Juventud Juché, la dulce promesa amarga del nuevo underground autosuficiente capitalino, demostraron que son unos teloneros complicados para los que se suban después, por intensidad, por kamikazes, por definitivos. Disparos cortos, dolientes y obsesivos como sus canciones, pequeñas piezas de enorme calado como “Dispara” o “JGZ” que nos inyectaron por vena y poros su adictivo postpunk cañí con trazas de psycho-billy airado y garaje rock de raíz latina. El público seguía frío y luciendo palmito, a pesar de todo.
Betunizer, referencia nacional del posthardcore irreductible, vinieron a no hacer rehenes, ni prisioneros, y desde el primer momento Marcos Guerrero expreso su disconformidad con el carácter conformista del respetable. La actitud contagiosa del grupo valenciano se quedaba atrapada en el proescenio, algo paradójico cuando se trata de música creada para bailar sobre la tumba abierta de lo establecido y las posturas cómodas, tantos ideológicas como actitudinales. Tampoco es grave, porque el trío desplegó su artillería al compás martilleante de Junquera (batería también del excelente grupo por descubrir A veces ciclón) y el bajo desafiante de Peiró como si no hubiera pasado mañana.
Dejaron para el final sus caballos ganadores de anteriores carreras, como “Cedric Ceballos” o “Imagina que matas a Jota” pero antes nos habían hecho temblar con la intensidad malsana de nuevos éxitos como “Aleluya”, “Pantera pura” o “Acaricia tu tema”. Apoteósicos y apocalípticos, jamón y licor de rabia para un miércoles frío en el que el Atleti ganaba en San Siro al Milán.
proescenio???????