Entre el ruido y la distorsión
ConciertosLet's Festival

Entre el ruido y la distorsión

8 / 10
Raquel Pàges — 14-03-2016
Empresa — Salamandra
Fecha — 11 marzo, 2016
Sala — Salamandra, L'Hospitalet (Bcn)
Fotografía — Kevin Zammit

A la tercera ronda del Let’s Festival no parecía importarle demasiado como llegáramos esa noche de viernes, si más cansados o menos. Con un cartel formado por Vietnam, Odio París y Triángulo de Amor Bizarro, quedaba clara la intención de excitarnos - en lo que a música se refiere-. Para ello, la Salamandra se convirtió en un bombardeo de estímulos, de fuertes contrastes y de golpes eléctricos que impactaban con fuerza en cada recodo. Con el ruido y la distorsión como tónica de la noche, el planteamiento de cada grupo se mostró distinto.

Los primeros en armar fueron Vietnam, tres gallegos afincados en Barcelona que lanzaron breves pero contundentes dosis de rabia y ruido durante más de media hora. El carácter algo cafre y bruto de su post-punk desafiaba constantemente al escaso público de la sala, quienes no parecían encontrar la manera de conectar el todo con ellos. La actitud algo cerrada del grupo, cuando bromeaban entre ellos o con la posición en la que tocaban, reforzaba, en cierta medida, esa distancia. Aún así, se mostraron tranquilos, ajenos al contexto y con ganas de armar una buena. La situación varió por completo con Odio París, quienes contaban con la calidez de un público formado, en su mayoría, por amigos y familiares. Detrás de ese noise pop distorsionado y bien ejecutado de los barceloneses, se dejaban entrever la ilusión y los nervios de volver a los escenarios tras tres años de pausa y hacerlo para presentar, por primera vez en directo, su segundo disco “Cenizas y Flores” (Mushroom Pillow, 15).

De la traca final se encargó el cuarteto gallego de Triángulo de Amor Bizarro, quienes aprovecharon la ocasión para deleitarnos con los temas del excelente “Salve Discordia” (Mushroom Pillow, 16). La energía con la que se subieron los gallegos, mantenida hasta en “baladas” como “Seguidores”, irradiaba en cada canción que interpretaban. La electricidad fue tal que llegó a traducirse en los cuerpos de ambas partes: mientras los botones de las camisas de Rodrigo y Zippo se desabrochaban y el flequillo de Isa se volvía loco, la primera fila de la Salamandra se dejaba el cuerpo en cada golpe. El dominio, la seguridad y el brío de TAB sobre el escenario confirmaron que son unas bestias del directo.

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