Las líneas rojas de Paradise Lost
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Las líneas rojas de Paradise Lost

6 / 10
David Sabaté — 27-10-2022
Empresa — Madness Live
Fecha — 18 octubre, 2022
Sala — Apolo, Barcelona
Fotografía — Eduard Tuset

Nueva cita con los de Halifax para estrenar en directo su último disco, "Obsidian”, publicado en la fase dura de la pandemia y que las circunstancias por todos conocidas habían impedido que pudieran presentar en vivo hasta día de hoy.

La elección de los barceloneses Obsidian Kingdom se reveló como una opción más que lógica, más allá de las conexiones entre nombres: la banda, reformulada como cuarteto y con nuevos miembros en sus filas, repasó sus tres discos hasta la fecha mostrando su variedad sonora: desde el death avantgarde de “Mantiis” al post metal de “Meat Machine” pasando por el rock alternativo de “A Year With No Summer”. El sonido no acompañó, ni en su caso ni en el de los cabezas de cartel, pero el grupo logró conectar con la creciente audiencia a base de tablas, entrega y un cancionero –aunque eso no es ninguna sorpresa– más interesante e imaginativo que la media.

Que Paradise Lost nunca han gozado de un directo espectacular tampoco es ninguna sorpresa. Más bien estáticos en el escenario a excepción de su principal compositor Greg Mackintosh, y de sonido habitualmente denso y algo tosco, sus conciertos son a menudo una incógnita pero nunca rozan la excelencia en términos sonoros. Salvo contadas excepciones, como la interpretación íntegra de su clásico "Gothic" en el festival Roadburn de 2016, o su posterior visita a Salamandra.

Otro de los factores vitales que determinan el calibre de sus shows es el humor y la energía que destile esa noche su líder y cantante Nick Holmes, y en esta ocasión estuvimos de enhorabuena: el vocalista bromeó con su habitual flema británica; robó momentáneamente el móvil de un espectador de la primera fila para improvisar un esperpéntico vídeo subjetivo que ni en los orígenes del movimiento Dogma; y, lo más importante, clavó casi todos sus variados registros: del más gutural al más limpio, pasando por el rasgado melódico de sus discos intermedios.

Aunque no pudimos tenerlo todo: el sonido siguió fallando, con molestos reverbs de bajo que fueron corrigiendo progresivamente. Con todo, el setlist compensó bastante esos daños colaterales, tejiendo un equilibrado repaso a casi toda su discografía: desde el inicio con “Enchantment” a la final “Ghosts”, nuevo tema de pulso bailable muy Sisters of Mercy que sorprendió como cierre de la velada. Por el camino sonaron unos cuantos clásicos del gothic doom y más allá, como “Eternal”, “The Last Time”, “One Second”, la gastada pero no menos buena “Say Just Words” –su “Enter Sandman” particular–, “Embers Fire”, las recientes “No Hope in Sight” y “Darker Thoughts”, o “As I Die”, que muchos coreamos ignorando –como el mundo entero– que el cuerpo del jugador de rugby australiano Liam Hampson yacía sin vida en algún rincón de la trastienda del club. Volviendo a lo musical, una observación bastante más trivial: personalmente habría cambiado algunas elecciones por más material de los primeros noventa (“Your Hand in Mine”, “True Belief”, “Widow”, “Shadowkings”), pero es justo reconocer el valor de la formación al apostar por el conjunto de su discografía. O casi toda: no sonó nada de “Host” ni de “Believe in Nothing”. Incluso una banda tan inquieta como Paradise Lost tiene sus propias líneas rojas.

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