Pulsión tribal
ConciertosLa Yegros

Pulsión tribal

8 / 10
Don Disturbios — 26-05-2018
Empresa — Caníbal
Fecha — 23 mayo, 2018
Sala — Apolo Sala [2], Barcelona
Fotografía — Hara Amorós

Tras asistir a su concierto en la sala 2 del Apolo de Barcelona, salgo convencido de que todo el mundo debería incorporar sin complejos la música de La Yegros a su vida. De hecho, estoy pensando que los facultativos tendrían que prescribirla sin mesura a todos los que se sientan tristes y desvalidos para disminuir el consumo de fármacos. Hay una pulsión tribal, una alegría innata, una pasión desenfrenada en su cumbia que arregla todos los males. ¿Un mal día en el trabajo? ¿Una pequeña discusión doméstica?. Nada que un buen bailoteo al son que dicta esta argentina afincada en Francia no pueda solucionar. Y sino que se lo pregunten a la parroquia que casi obliga a colgar el cartel de entradas vendidas el pasado miércoles, y que convirtió el concierto en una celebración, una fiesta, una auténtica jarana que podría haber durado toda la noche, sin que el cansancio hubiera acudido a diluirlo todo. Tampoco nos hubiera importado que, al contar con tan solo dos discos, La Yegros, y su escueta banda de apoyo, hubieran tenido que repetir el repertorio una y otra vez. Temas tan redondos como “Iluminada”,”Trocitos de madera”, “Chicha Roja”, o ese himno ya clásico titulado “Viene de mi” tienen la capacidad de no desgastarse, escucha tras escucha.

Ya desde el inicio, y antes de que la banda hiciera su aparición, llamaba la atención un escenario decorado con ornamentos florales dispuesto, con gusto exquisito, por la propia artista. Por lo visto a La Yegros le gusta encargarse ella misma de realizar esta especie de ritual previo a cada una de sus actuaciones, no sabemos si para ahuyentar los espíritus de la tristeza o para reafirmar su fuerza sobre las tablas. Y es que, pese a un inicio algo titubeante que apenas duró el clásico ajuste de sonido de la voz en el primer tema, su actuación fue en constante crescendo hasta lograr meterse a todo el mundo en el bolsillo, gracias a un desparpajo tramado con la ayuda de una guitarra eléctrica, un acordeón diatónico, un lustroso set de percusión y un ordenador que, con sus bases, le confiere al conjunto de esa pulsión urbana que en cierta medida marca la diferencia. Y es que La Yegros parece encontrarse en ese dulce punto de inflexión en el que pueden empezar a pasar cosas importantes a su alrededor. Ese momento en el que su nombre puede salir de los circuitos más alter-latinos para empezar a llegar al gran público a nada que se mueva por los numerosos festivales de verano en los que ella y su trío de apoyo aseguran una gran fiesta. Desde luego si yo fuera programador no me lo pensaría demasiado porque, aunque no alcanza el exagerado y variado paroxismo de Bomba Estéreo, sí gana por goleada a propuestas “mestizas” patrias basadas en una cumbia mediterránea más diluida y mucho menos auténtica.

Abran paso a La Yegros porque, aunque le ha costado llegar, lo ha hecho para quedarse. Y no cabe duda de que sabe lo que cuesta y los sinsabores que produce. Solo hay que atender a la historia que contó desde el escenario sobre lo mucho que representaba para ella regresar a Barcelona y ver una sala llena y entregada. No en vano su primer destino Europeo fue esta misma ciudad de la que acabó marchando al ver que no sucedía nada importante para iniciar un periplo que la llevaría a Nueva York, Los Ángeles y finalmente Francia. Un país que tiene una mayor tradición a la hora de acoger propuestas de todos los rincones del mundo y que no está tan sometido a la dictadura anglosajona. Habrá que seguir aprendiendo de las cosas buenas de nuestros vecinos.

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