Mejor lo dejo claro desde el principio y así más de uno puede ahorrarse el resto de mi crónica. Amigos, esta advertencia es seria, muy seria. Si el espectáculo de ayer se repite en el futuro, haced todo lo posible por vivir la experiencia que supone porque merece mucho la pena. Obviamente podéis desconfiar de mi entusiasmo, pero yo de vosotros, aunque sea por una vez en la vida, no me andaría con tonterías y depositaría toda vuestra confianza en mi persona. Repito: merece mucho la pena. Pocas veces voy a volver a disfrutar de una hermandad tan bella entre circo de grandes vuelos y música festiva, desenfadada y fresca. Pero vayamos por partes.
Los que hayan visitado en ocasiones anteriores el enclave del Circ Cric en pleno Montseny, sabrán que el entorno de naturaleza en el que se encuentra, es ideal para acoger espectáculos de estas características. Sin embargo el hándicap que supone el hecho de estar a una hora en coche desde Barcelona, deba compensarse en cierta medida con una gran oferta y unos precios muy populares. Una entrada de tan solo 11 euros que, por una vez y en los tiempos que corren, estuvo mucho más que amortizada por la calidad tanto de los números circenses, como por el concierto propiamente dicho de una Troba Kung-Fú que además presentaba disco. Un “Santalegria” que no ha sido editado oficialmente, aunque durante la velada pudieran adquirirse copias a tan solo cinco euros.
El espectáculo se inició con una primera parte en la que la banda, sentada sobre el escenario, acompañaba con temas de este tercer largo, básicamente, números de circo clásico. Trabajos muy bien ejecutados de los que cabe destacar sobre todo la labor de Marilén columpiándose en una cuerda a gran altura, mientras Joan Garriga y los suyos interpretaban su clásico “Volant” o el momentazo que vivimos con el vertiginoso número de patinaje de Roseta e Igor dando vueltas sobre una pequeña plataforma circular a gran velocidad al ritmo de “El meu batec”. Sin embargo tampoco cabe desmerecer otros números a los que estamos más acostumbrados como el de Jorge al mástil. Espectacular su caída libre a lo largo del palo, quedando su rostro a tan solo un palmo del suelo mientras la banda nos regalaba una “Rumbia” que reivindica no solo un estilo de música, también un estilo de vida que tiene mucho que ver con la bohemia y libertad romántica que siempre se asocia con el circo.
Tras un descanso de veinte minutos, la segunda parte del espectáculo consistió ya en un concierto de La Troba Kung-Fú al uso. La banda en pie sobre el escenario, quitó el freno de mano que los había contenido durante la primera mitad en la que el circo fue el verdadero protagonista de la velada, y se lanzó a tumba abierta a encadenar canciones clásicas de su repertorio como “Petit rumberu”, “Maria Hernández” o “Clavell Morenet” combinadas con temas nuevos como “A ballar” o “La prima de riesgo” y recuperando también algún tema de Dusminguet como “Sonajeros de colores". Un batiburrillo ejecutado a piñón que provocó el baile, el salto e incluso el pogo y que tuvo como colofón la intervención final del anfitrión de la velada: Tortell Poltrona, famoso payaso catalán alma y máximo responsable de este sueño hecho realidad que es el Circ Cric, se marcó un cachondo reagge reivindicativo que puso el broche de oro festivo a una magnifica velada. Lo dicho si se repite no te lo pierdas
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