Reinar frente a las adversidades
ConciertosLa Perra Blanco

Reinar frente a las adversidades

8 / 10
Kepa Arbizu — 27-01-2025
Empresa — Negufest
Fecha — 24 enero, 2025
Sala — Kafe Antzokia, Bilbao
Fotografía — Dena Flows

Ni tan siquiera el hecho de que hace pocos meses actuara en la capital vizcaína impidió que, esta vez, el Kafe Antzokia colmara su aforo para recibir -dentro de la programación del Negufest- a La Perra Blanco. La andaluza, de nombre Alba Blanco, ha conseguido en muy pocos años que el idioma del rock and roll genuino no sea solo un dialecto hablado por una población entusiasta pero reducido en su tamaño, sino que se convierta en vehículo de comunicación sonora para una amplia audiencia. Una situación que ha sido lograda por la compositora a través de excelentes grabaciones pero sobre todo gracias a convertir cada escenario que pisa en una lúdica epopeya eléctrica.

Lo que hasta el momento de editar su más reciente trabajo, Get It Out, representaba el currículum de una portentosa guitarrista capaz de amadrinar los más fieros envites del rockabilly, sus nuevas composiciones, manteniendo esas seis cuerdas en pie de guerra, alcanzan una mayor diversidad musical, certificando su trono pero también asumiendo que su corona no puede ser rubricada bajo un estilo concreto. Quizás por eso, la apertura del concierto con “Treat Me (Like a Man Should Do)”, posición que igualmente ocupa dicho tema en su último álbum, contenía en sí misma toda una declaración de principios, tanto por la incorporación de ese impetuoso matiz soul como por su carácter empoderado, porque obviar que este tipo de géneros desprenden todavía un exceso de testosterona es negar una realidad que artistas como la gaditana están dispuestas a subvertir.

Cualquier profesor advertiría a sus alumnos sobre los inconvenientes de revelar sus posibles carencias antes de ser examinados, un consejo que La Perra Blanco desoyó al compartir en público, una locuaz actitud que mantendría a lo largo de todo la noche, su comparecencia bajo unos estragos víricos que estuvieron a punto de suspender el concierto y que causaron la baja de los habituales saxofonista y teclista, reemplazados a última hora por Alain Sancho, conocido por su papel en los Travelin’ Brothers, y Nino Sanz. Inconvenientes que, visto el majestuoso resultado de la actuación, de ser obviados nadie habría caído en la cuenta y que de hecho rápidamente fueron expulsados de la mente de los presentes gracias al huracán desatado por la andaluza. Todo un magisterio ofrecido, frente a un buen número de veteranos gourmets de estos ritmos, por quien, paradójicamente, casi con toda probabilidad era de las personas más jóvenes de la sala.

Su consistente alianza entre rockabilly y blues, en la que asoman por igual desde Sleepy Labeef a Lavern Baker pasando por Carl Perkins o Bill Hallley, asume el legado clásico reproduciéndolo bajo un identificativo frenesí que convierte los lamentos que encapsulan sus canciones en desatadas invitaciones al baile, haciendo que los vibrantes pasos sean capaces de borrar, al menos durante un momento, las lágrimas. Todo un tour de force de intensidad y sudor rítmico que también tiene su correspondencia en una dinámica puesta en escena que se niega a conjugar en su repertorio cualquier verbo que nos conmine a tomar un respiro, lo que se trasluce en que incluso “But Not for You”, tema al que desposeyó de su dedicatoria a un ex amigo y expresado con el aspecto sinuoso de unos The Meteors, se desplegó con sobrada energía.

Desde la elegante exuberancia directamente emanada de Robert Gordon que se posó en “It's Fun But It's Wrong” o “Rock Me Babe” hasta el elenco de clásicos, ya fueran Elvis Presley o Little Richard, que agitaron con vehemencia el espíritu de “Sweet Daddy Lips” y “What Is Wrong With You”, cada nuevo tema entonado era una oda al desenfreno perfectamente asumido por un público entregado a tal noble causa y que tuvo como recompensa observar pasar a su lado a la espléndida guitarrista en diferentes momentos. Mientras que unos imponentes tambores anunciaban una “You Can Touch My Back” que acogía lo más parecido a una invocación de una Wanda Jackson lozana y desmelenada, “So Blue and So Sad” levantaba de su sempiterno piano a Fats Domino para propulsarlo hasta un siglo XXI delineado con vigor al tiempo que “New Lover New Sweetheart” revelaba la existencia de un lazo de unión entre el jazz-swing y el rockabilly más incendiario. Cenizas que dejarían también a su paso “Why Don't You Love Me”, donde las trazas iniciales de Hill Country Blues derivan en un careo entre la guitarra -decorada con la característica brillantina- y el saxofón, o el majestuoso y belicoso rhythm and blues de “Down and Bound”. Piezas entra las que no faltó su personal homenaje a Bessie Smith, y concretamente a su icónico "Nobody Knows You When You're Down and Out", que transformó, asiendo el coraje interpretativo de Koko Taylor, en “Nobody Loves You (Because You Don't Have Money)”.

Aunque el tema titular de su última grabación, de nuevo exacto reflejo de la condición musical de la gaditana, jugó al despiste presentándose como supuesto colofón, fue “Bop & Shake”, otra espídica oda al rock and roll, la encargada de finiquitar la actuación, no sin antes acoger un derroche de virtuosismos individuales. Todos ellos admirables pero sobre todo elogiables en cuanto a su misión conjunta de servir de alimento a un proyecto que, incluso configurado a última hora por mor de las circunstancias, funciona como una excelente y exquisita -pese a su vehemencia- maquinaria determinada a convertirse, a base de ánimo primigenio, en la tumba del aburrimiento. Un sentimiento colectivo que acompañaba a la multitud tras abandonar el recinto; fuera, nos esperaban unas violentas rachas de viento que, sin embargo, se percibían como una ligera brisa de verano en comparación con el torbellino al que acabábamos de asistir y que lleva por nombre La Perra Blanco.

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