Golfos, vividores, gamberros y bailongos. Sí, todo eso y más, pero La Pandilla Voladora agotó las localidades para el “concierto” en el cielo de Madrid (que volvía a tener un segundo invierno). Igual podrían ser una especie de Beatles. De hecho, al igual que los británicos; El Canijo, Tomasito, Lichis, Jairo (Muchachito Bombo Infierno) y Albert Pla se lo montaron también en una azotea. Y efectivamente, había que estar de la azotea para juntar a esta fauna en un mismo escenario (y lo que es peor ¡en una gira!) tocándoles las palmas.
“Desde el borde más borde la galaxia” llegaba Tomasito presentando uno a uno a los componentes de este grupo nacido de las cenizas del G-5. Micro en mano, el músico flamenco daba la bienvenida al Capitán Aguacero (Jairo), al Capitán Porreta (El Canijo de Jerez), también a Hijoputaman (Albert Pla) y al infalible Capitán Andrácula (Lichis). Todos ellos formaban parte de un comité de bienvenida desordenado con antifaces y calzones caídos enfundados en trajes de superhéroes que se arrancaban a la vez con “En Un Mercedes Blanco”, de Kiko Veneno. Seguramente La Pandilla Voladora formarían un gran equipo de gobierno, con gracia, y es que se trataba de hacerle pasar un buen rato a la afición rumbera.
Sonaron todos los éxitos de cada uno. A saber: “El Lado Más Bestia De La Vida” (Albert Pla), “La Lista De La Compra” (La Cabra Mecánica), “Camino Del Hoyo” (Tomasito), “La Primavera Trompetera” (Los Delinqüentes) u “Ojalá No Te Hubiera Conocido Nunca” (Muchachito Bombo Infierno). Pero también, según ellos, otros fracasos convertidos en canción. Pese a esa errónea opinión, el evento festivo desprendió colorido, bizarrería (por qué no) y mucha algarabía por parte de los “heroicos” músicos que festejaban calada a calada los humos de sus inspiraciones.
Tampoco sería desacertado decir que al ambiente le faltaba el olor a fritanga tan característico de las fiestas patronales de pueblo, y es que el concierto de la pasada noche en la azotea del Círculo de Bellas Artes era una perfecta verbena que a buen seguro conseguirá su objetivo: quitarle las penas a la gente.
“He perdido unos gramos”, exclamaba Tomasito después de corretear (y desenchufarle el bajo a Lichis) por todo el improvisado escenario mientras “Insolación” era coreada por todos sus compañeros. No deja de ser curioso que una gira que lleva por título “¡Del Deporte También Se Sale!” tenga por miembros a los culos más inquietos de la velada y del panorama musicofestivo nacional. Además, Jairo animaba a los allí presentes a practicar aeróbic al son de su chispeante guitarra. El punto más reposado, e incluso más tranquilo, era facturado por el susurrante Albert Pla que atacó el cancionero con “Joaquín El Necio” y una bonita versión del “Soy Rebelde” de Jeanette. Jairo era de otra pasta más picante, por eso endosó un buen golpe a la recta final con “Será Mejor”, como la incorporación de última hora de “La Fábula Del Hombre Lobo Y La Mujer Pantera” que Lichis regaló con entusiasmo garrapatero.
No fue un concierto bonito ni virtuoso de La Pandilla Voladora (salvo la gran actuación en el descanso de Diego Cortés), pero mientras allá abajo, donde los urbanitas caminaban y se encomiaban al Dios Dinero, en el cielo estaba la verdadera riqueza: “para ser religioso y llegar a Dios hay que ponerse como Tony Curtis”. Al fin y al cabo, la fiesta en el paraíso iba a conllevar más de una resaca.
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