Llegamos a la sexta edición del Granada Sound con la única misión de prorrogar el verano hasta próximo aviso, y aunque el viento sopla a favor, 20.000 personas con el sol y la música de nuestro lado, la misión de conseguir firmar una tregua con el otoño se antoja complicada... ¡Habrá que intentarlo!
Tras la mala noticia de la suspensión del bolo de Polock, pisamos el albero y la grava (algo ha mejorado pero no es suficiente) del festival, cuando aún resuenan los ecos del indie-pop primigenio patrio, con Angelina e Ismael de Apartamentos Acapulco como los mejores anfitriones, que vuelven a hacer brillar “Nuevos Testamentos” (17) bajo los más de treinta grados que prendían su ciudad, regenerando y expandiendo el espíritu planetario que colocó los primeros peldaños del género por esto lares. Proseguimos la reconquista de Graná y “escuchamos a los que saben” en la “Cámara baja” de Toulouse, para terminar de despegar con dos de sus himnos en el escenario Alhambra, “Todo cambia” y “A oscuras”.
Es el turno de Dinero en el Escenario Negrita, y no tardan en caldear más aún el ambiente con la frescura rock de su flamante “Cero” (17), haciendo volar alto la tarde con “Matahari” o “Bajo cero”, y echándonos una mano en nuestros planes de alargar el periodo estival con “En Invierno” y ese deseo cantado a viva voz por todos: “Hoy que arda la ciudad, ya descansará en invierno”.
El gran acierto de situar los dos escenarios principales tan cerca el uno del otro, facilita mucho las cosas, por lo que en un parpadeo volvemos a “Casa (ahora vivo aquí)” con Iván Ferreiro y su banda, y sí, el atardecer anaranjado se funde sobre El Paseo del Cortijo del Conde y “estamos todos los que importan”. Iván sale alzando una copa de vino y derrocha energía en cada tema, ya sea desgañitándose, al teclado o bailando como si fuera su última noche en la Tierra. Del nuevo álbum suenan ya como clásicos la hipnótica “El pensamiento circular”, “La otra mitad” y la chulesca y contundente “Dies Irae”. Pero son esas “Canciones para el tiempo y la distancia” (05) las que nos hacen tocar techo, primero “El viaje de Chihiro”, para romperlo finalmente y “alargarnos las sonrisas, sacudirnos las distancias y poder burlar al tiempo” con la eterna “PSNB”, en una de esas interpretaciones en las que se deja el alma y nos regala una vida extra. La locura y el karaoke colectivo llegan con las imprescindibles “El equilibrio es imposible” y “Años 80” de Los Piratas, y tras el inicio de “Diecinueve” de Maga que funde con “Turnedo”, vemos definitivamente la playa llena y conseguimos prorrogar el verano indefinidamente.
Corremos en busca del rock sureño afilado de los sevillanos The Milkyway Express, previo peaje por la Carpa DJ’s Defestivales, donde La Rubia Pincha tiene montada un fiesta de las gordas, de Prodigy a Muse y la vida es eterna en cinco minutos. Tiembla y arde Granada con “Lover”, los Milky a tumba abierta y el público que abarrota el Escenario Undërwwood totalmente entregado. It's only rock 'n roll but I like it, sin trampa ni cartón, arremeten con “Rye Whiskey” y nos sacuden el indie sumergiéndonos en las raíces de la música americana.
Recuperamos el aliento y nos hacemos por un momento “Indestructibles” con La Habitación Roja, en ese “Si tú y yo éramos felices, si tú y yo éramos indestructibles…” que canta incluso el que no se la sabe, volviendo a rebosar de luz hasta la estrella más muerta. Se acuerdan de Supersubmarina y México, y nos rematan con otro As del “Fue eléctrico” (12), éxtasis final de “Ayer” en el que más de uno pierde la poca voz que le queda.
Antes de que pisaran el escenario, la noche ya era suya. Lori Meyers salen a escena tras un telón de luces que deja entreverlos, comenzando el bombardeo con uno de los mejores repertorios del indie patrio, en el que intercalan temas de “En la espiral” (17). Empiezan a medio gas con “Vértigo I” y suben las revoluciones con “Planilandia”, en la que el público cae en sus brazos sin pensarlo, seguida de“Evolución” y dos de “Cronolanea” (08), “Luces de neón” y “Luciérnagas y mariposas”. La entrega es total y los Lori lo agradecen como si estuvieran entre amigos, cercanos y dejándose la piel sobre las tablas. Aunque su último largo es algo irregular, contiene algunas pistas rompedoras como “Pierdo el control” (bis instantáneo) o “Siempre brilla el Sol”, que en directo cae como una bomba, alcanzando cumbre y fundiendo con la siempre magnética “El tiempo pasará”, en la que Noni hace que se dejen las cuerdas vocales, “una y otra vez”, Graná y la Luna. Es el concierto más multitudinario de esta edición y no falta el baile en “¿Aha han vuelto?”, la vibrante “Emborracharme” o una “Ham'a'cuckoo” que nos sabe a gloria, de su brillante debut “Viaje de estudios” (04). Se van y reaparecen para arrasar con todo con tres bises que hacen mella: “Mi realidad”, “Pierdo el control” y “Alta fidelidad”. Granada se rinde a Lori Meyers y Lori Meyers se rinde a Granada.
Tras la apoteosis, Luis Alberto y sus L.A. salen a por todas y nos brindan un show que rezuma verdad y magia a partes iguales, en el que alternan nuevos hits de su sobresaliente “King og Beasts” (17) como “Helsinki”, “Leave It all behind” o “The Keeper and the rocket man”, con las esperadas “Perfect conbination”, “Stop the Clocks” o una “In the Meadow” que crece y crece, hasta que salen fuegos artificiales de su boca.
Sidonie siguen la estela de Lori Meyers y congregan al gran grueso de asistentes, ofreciendo el show divertido y efectivo al que nos tienen acostumbrados. “En Mi Garganta”, “El Incendio” y “Carreteras infinitas” se colocan entre lo mejor del día. Y como ya sabemos “dibujar un perro”, vamos tarareándola hacia el Escenario Undërwood, para confirmar que los Artic Monkeys sevillanos, El Imperio del Perro, muerden más fuerte que nunca, desgranando su último EP y dejándose sobre el escenario los “Músculos, la piel y los huesos” (17), con aparición estelar de Juan Alberto de Los niños mutantes, en una “Cierra la boca” que deja más de una abierta y desencajada.
El cuerpo no da para más, pero los cantos de sirena de Grises nos atrapan y caemos en su luminoso laberinto electrónico, para terminar de consumirnos en la madrugada eléctrica.
Nuestro sábado comienza con gafas de sol y los mallorquines Ombra, ganadores del concurso de bandas de este año, que demuestran su buen hacer bajo un calor de cuidado, que hace que sean pocos los valientes que dejen la escasa sombra del recinto (otra cosa para mejorar en próximas ediciones) para disfrutarlos de cerca.
El gran nivel de la jornada anterior no puede bajar y rápidamente alcanzamos esa línea marcada. En primero en sacarle una sonrisa al día es el granadino Arco (líder y vocalista de los desaparecidos El Puchero del Hortelano) en el Escenario Negrita. Con su genuina voz rasgada, ofrece un show sentido y sin artificios, congregando a miles de personas a pleno sol, que lo acompañan en cada letra de su notable debut en solitario “Uno” (16).
Le sigue en el escenario gemelo, Viva Suecia, con un concierto a la altura de unos cabezas de cartel. Los murcianos suman cada vez más seguidores y hasta banderas de Suecia ondean en el aire. Con tan sólo dos discos han conseguido que muchas de sus canciones sean ya coreadas como himnos generacionales, así sucede con “Hemos ganado tiempo” o “A dónde ir” de “Otros principios fundamentales” (17), y temas de su primer largo “La fuerza mayor” (16), como “Permiso o perdón” o “Bien por ti”. Están ya en primera línea y puede que la corona del sábado sea suya.
El sol se escurre entre montañas y el público entregado de Viva Suecia arropa con el mismo entusiasmo a Delafé, que suda flow sobre el escenario y nos riega con hits indiscutibles como “Diario de batalla (No más lágrimas)” o “Lo más bonito del mundo”, de su debut en solitario “La fuerza irresistible” (17), o “Espíritu Santo” de su exitosa etapa junto a Las flores azules, con Óscar D’Aniello a los sampleados como fiel escudero.
Nos da tiempo de volar junto a los cientos que llenan la Carpa DJ’s Defestivales, capitaneada por Arturo Mondo y ese “Mira cómo vuelo” de Miss Caffeina, que nos separa del suelo y corrobora que “Detroit” (16) es un rompe pistas de baile.
Si el sonido del viernes fue más Granada que nunca con Lori Meyers, el sábado somos “pobres granainos” ricos de corazón con Los Planetas. La única pega es que el festival iba a toda velocidad y se varó un poco en la narcótica y resplandeciente intensidad de su repertorio. Los miles de planetarios que esperábamos ese siempre mágico momento, levitamos con la solemnidad coránica de “Los Poetas” y perdimos la voz con “Santos que yo te pinte”, Corrientes circulares en el tiempo” y nos asomamos a la reja una y otra vez hasta romperla, en ese fandango pop “Ya no me asomo a la reja” que es ya más suyo que de nadie, con Eric abriendo Granada en dos, la banda fundiéndose y J más allá del bien y del mal. “Hierro y niquel” suena cada vez más añeja y auténtica y en “Señoras de las alturas”, se le escapó más de una lágrima hasta a los leones de la Alhambra. El concierto coge velocidad de montaña rusa con “Segundo premio”, “Un buen día” y “Jose y yo”, hasta arder en “Alegrías del incendio”. La sublime “Islamabad” vuelve a noquearnos y es el broche perfecto de una nueva reconquista.
Con los tímpanos aún recuperándose del bendito golpeo de baquetas de Eric, aparece Maga y tejen una rayuela que sigue la intensidad sentimental planetaria en su propio universo. Dejamos atrás la memoria de nuestros pasos, cogemos carrerilla y saltamos sin pensarlo con Miguel Rivera, Javier Vega y César Díaz en “Domingo”, inicio de su espectacular vuelta “Salto Horizontal” (17), del que también brillan hasta cegarnos “La casa en el número 3” y “Por la tarde en el frío de las tiendas”, con Annie B Sweet compartiendo escena. La voz y las canciones de Miguel se te quedan pegadas a la piel como salitre sin que te des cuenta., así nos impactan, como sin fuera la primera vez, “Diecinueve”, “Agosto esquimal”, “Silencio” (con Javi Valencia de Full) y “lloramos migajas de pan” en “Piel de Astracán”.
Dorian son los encargados de que siga la fiesta bajo una lluvia de confeti y un karaoke continuo, llenando a reventar el escenario Alhambra con una tromba de hits bailables al alcance de muy pocos: “Los amigos que perdí”, “Arrecife”, “Verte amanecer”, “La tormenta de arena” o “A cualquier otra parte”, recargan la batería de la madrugada para la resta final.
Bajan las temperaturas y los Sexy Zebras funden los termómetros en el Escenario Undërwwood, catapultándonos en llamas a nuestro último concierto en el escenario principal.
Quemamos las naves con los noruegos Kakkmaddafakka y su rock buen rollero con toques reggae y disco, fin de fiesta perfecto con otra batería de singles que silbaríamos de camino a casa, como la inicial “Touching”, “Forever Alone” o “Restless”.
Granada y la música vuelven a salvarnos. Misión cumplida, el verano se queda y lo estiraremos hasta el siguiente.
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