Nueve de la noche de un sábado 25 de noviembre que espera a sus héroes, para hacer temblar el Wizink Center en Madrid al ritmo de un Cancionero Burgalés. La Maravillosa Orquesta del Alcohol se despedía de los escenarios por todo lo alto después de una extensa gira. Estos marineros del destierro dejarán de navegar durante un tiempo, no sin antes hacernos disfrutar de una gran velada que se inició con los acordes de "Los hijos de Johnny Cash" y “Miles Davis”, con los que nos suben a una montaña rusa para dejarnos justo en el momento en el que llega arriba, antes de un frenético descenso que durará dos horas. Concierto que, más que una despedida, será toda una celebración de la vida en la que todos estamos invitados. Así lo demostraron contando, una vez más, con Conchi, interprete de lengua de signos, cuya presencia será coreada por el público.
"Nuevo cancionero burgalés” era el motivo principal, aunque no el único, por el que se convocaron más de 14 .000 personas con muchas ganas de disfrutar al máximo con la presencia de invitados como Tanxugueiras, quienes pusieron ritmo, pandereta en mano, a “La Molinera y sus collares” para dejar a todos los presentes bailando a un mismo son mientras cantaban con “orgullo y humildad”. Por los altavoces del Wizink no se oía llorar a Nick Drake, pero sí que se escuchó a estos huérfanos de rebelión triunfar entre cualquier generación con “Catedrales”.
Le tocó el turno también a Julia y Juan de Rufus T. Firefly quienes subieron al escenario con “Flores del mal”, para pronto dar pie a los saltos que “PRMVR” merece, porque ¿quién no va a querer una musa que le escriba?. La música no deja de sonar y envuelve la sala, tanto, que parece un concierto privado. Para hacerlo aún más íntimo, David Ruiz, el vocalista, baja a cantar “Hay un fuego” entre los afortunados que se encuentran en primera fila de la pista. Mientras tanto, una bola de espejos cuelga del escenario y la escena se convierte en un baile de emociones del que nadie quiere escapar.
Junto a esta “Vieja Banda” cantaron también Rober del pyro y Victor Rutty para volver a llenar de luz la sala con las linternas de todos los móviles acompañando. A estos les siguieron "Grande Amore" con, la declaración de amor perfecta, y “Miraflores”. El público se revoluciona por completo y empiezan a coro vítores hacia Burgos, la ciudad que le ha regalado este grupo al mundo, que solo los primeros acordes de “Himno nacional” podrán parar. Un muy emocionado David Ruiz asegura que son la banda más afortunada del mundo, pero la suerte la tenemos todos los que pudimos disfrutar de esas dos horas de magia. Guille y Pucho integrantes de Vetusta Morla, tampoco quisieron perderse esta fiesta llena de emoción para cantar, “La inmensidad”.
Suena irónico escuchar algo como “solo, creo que lo he perdido todo”, mientras un estadio lleno de gente te hace los coros. “Colectivo Nostalgia” hizo saltar alguna que otra lágrima sobre el escenario. David solo dejó de cantar para dar las gracias, porque “es muy difícil cantar llorando, pero, es muy bonito llorar de emoción”. Los últimos invitados de la noche fueron Amaral quienes lograron mimetizarse por por completo con la banda, al compartir la ya clásica camiseta blanca de tirantes con la que hicieron sentir vivo a todo el público con “Nómadas”.
La montaña rusa está llegado a su fin y la banda se despide con una imbatible recta final formada por '1932', la inefable 'Héroes del sábado' y una premonitoria 'Mañana voy a Burgos'. Una triada final con la que demostraron una vez más que ellos sí son los verdaderos héroes del sábado y, por supuesto, que llevan a Burgos y sus chapiteles por bandera.
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