Consagrados
ConciertosLa Estrella De David ...

Consagrados

7 / 10
Jose Carlos Peña — 11-12-2018
Empresa — Sonido Muchacho
Fecha — 05 diciembre, 2018
Sala — El Sol, Madrid
Fotografía — Alfredo Arias

Aunque David Rodríguez no sea muy amigo de las servidumbres del directo, le tocaba defender en Madrid su tercer disco como La Estrella, apoyándose en esa nueva banda con la que asegura sonar mejor que nunca. Se trataba de hacer justicia a un puñado de canciones estupendas que visten un ropaje instrumental más sofisticado. La noche salió redonda, con la respuesta entusiasta de un público que casi abarrotó la sala, y un grupo que fue de menos a más, según se iba metiendo en el peculiar universo de David.

Jonston despacharon un ecléctico set de canciones de indie pop luminoso caracterizadas por letras entre el ingenio y una ternura naíf. En la parte final se dejaron arropar por saxo y trompeta, hicieron un juego de palabras con la velada y los respectivos discos que defendían (La consagración de los sentimientos) y confirmaron que era su último concierto bajo este nombre.

La Estrella de David, en formato quinteto, irrumpieron con Me ha parecido que estaba en mi cabeza, algo fríos. Un David descamisado, asumió con arrojo y convicción su papel de líder, limitándose en muchos cortes a cantar, agarrando en algunos su guitarra española, y acompañando sus letras con juegos de manos y gestos de histrión bien traídos. En breve, la banda ganó velocidad de crucero y defendió las canciones de Consagración, y también algunos cortes de El primer disco y Maracaibo. Compactos y cómplices, Brian Hunt pudo lucirse con su hábil relectura de los trepidantes bajos del disco: La canción protesta, ese híbrido imposible y divertidísimo entre Las Grecas y Madchester, fue su momento de gloria. Y la de David, que clavó esa letra de sarcasmo impagable, cortesía de Luis Troquel.

Pocas veces habrá visto nuestro hombre un público tan festivo y entregado, que llegó a bailar y corear Vejaciones en el mar, La catalana o Anita. El entusiasmo fue incluso mayor con las fresquísimas canciones de su tercera entrega: Amor sin fin, uno de mis cortes favoritos del disco, con esa lucidez descarnada que proyecta sobre la vida social en la capital, Maracaibo y sus aires indie-caribeños, el kraut-pop de Cariño o el demoledor single Noches de blanco Satán, algo así como el himno del fracaso masculino cotidiano, sonaron a la altura. David, sus canciones y su nueva banda, prueban que se puede hacer pop sin insultar a la inteligencia, sino todo lo contrario. Su visión del mundo, del amor y la vida se encuentra arropada por un grupo que le hace justicia. El doble bis, incluyendo Tremendas amazonas en formato mínimo, corroboró las buenas sensaciones que nos llevamos a casa.

 

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