Hay conciertos que son leyendas aun sin haber empezado. El cartel de Chill Mafia junto a La Élite el pasado 12 de noviembre en la Sala Apolo de Barcelona, ya estaba escrito a fuego en nuestra historia. La herencia punk es su mejor forma. Nadie negará que el cambio de sala, de la 2 a la principal, descafeinó el evento. Deshacer el carácter más ¿underground? de la planta inferior en favor de ganar más dinero, pero al mismo tiempo más gente preparada para reventar de nuevo el suelo de la pista de baile. Ya se sabe, choices.
Aun así, ahí estábamos todos, preparados para nuestra inmersión lingüística y sacudidas sudorosas de la temporada. Si fuera por Chill Mafia, el euskera podría llegar a ser lengua co-oficial en Cataluña. Astore drip, Ben Yart de cambio de look entre saltos, y el contenedor de las toallas en el escenario mientras que las pantallas proyectan la etb. Estar en uno de sus conciertos es como estar de fiesta en el salón de casa cuando todo se empieza a ir de madre. Da igual que sea un reggaeton como con Bedeinkatua, que entren al club con "No Se Ke Me Pasa" o que te canten una balada absolutamente pop como "ay k emocion", todo lo que hacen crece en directo. La sala enloqueció absolutamente con "BARKHATU". Un poco de repartir birras entre los colegas y un backflip y entre "RANCANCAN" y "31014" llegaron al final.
Lo de La Élite en Barcelona venía con cola. Después de cancelar su concierto de La Mercè a los 15 minutos, las ganas estaban altas. Cuando el dúo dijo eso de "BAILANDO, PIERDO EL CONTROL", lo decían muy en serio. La pista se convirtió en una absoluta marea humana. Estar quieto no era una opción. O te subías a los bancos, o a los palcos, pero la pista era para los pogos. Un concierto no apto para los que se creen demasiado guays para juntarse y rozarse con los demás. Las pulsiones fueron de "Todos me miran mal", a "Otra Vez" y "Neo Hippies". El momento álgido llegó con su confirmación de que iban a triunfar, "Nuit Folle". ¡Muletas y mecheros arriba! Todo eran sudores y ebriedad. El público era todo uno, un "Niño Rata" enloquecido. Posiblemente cuando el concierto acabó y sonaba muy fuerte "nuncaaa entenderé por queeeé", nadie podrías decir quién había consumido más cerveza esa noche, si los de encima, o los de abajo del escenario. Pero sin duda, todos afirmaríamos, que aunque el recuerdo no esté muy claro fue una noche feliz de poderla liar.
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