Octubre y noviembre suelen ser meses de agenda saturada para los amantes de la música en directo. La sobrecarga de conciertos obliga a escoger entre grandes propuestas. Ya ocurrió con la coincidencia de Nick Cave y Einstürzende Neubauten, y ahora, con la tercera visita de los belgas Whispering Sons a Barcelona, el público tuvo que decidir.
Considerados por muchos una de las bandas más potentes del post-punk actual, Whispering Sons presentaron su reciente álbum, "The Great Calm" (2024), en una noche que rebosaba de expectación. Este tercer disco marca una evolución respecto al sombrío "Several Others" (21) y aunque el cambio de sonido es palpable, la esencia inquietante de la banda se mantiene. La apertura del concierto con “Balm (After Violence)” lo dejó claro: la profunda voz de Fenne Kuppens, en solitario y casi sin acompañamiento, llenó la sala de una tensión palpable que cautivó a todos los presentes.
A medida que avanzaba la noche, las luces rojas envolvían a Fenne, quien vestía una chaqueta negra en “Satantango”, tema de "Several Others" . Su enérgica presencia y sus movimientos que recordaban a Ian Curtis capturaron al público, para luego desvanecerse en los primeros acordes de “Hollow” de su disco Image, momento en el que Kuppens cambió a una camisa blanca, reflejando una luz que intensificaba la atmósfera. En este punto, Fenne interactuaba más directamente con las primeras filas, cantando con pasión y haciendo que la conexión entre el público y la banda creciera con cada tema.
Canción tras canción, la entrega del público se hacía más palpable. Para el momento de “Alone”, otro clásico de Image, la sala era ya un coro colectivo, acompañando a la banda en una comunión musical difícil de igualar. En la recta final, “Try Me Again” llevó la intensidad un paso más allá. En este tema, casi podían percibirse ecos de la experimentación atmosférica de Nine Inch Nails, un toque inesperado que expandió la paleta sonora de la noche y ofreció un final potente y envolvente.
Y cuando Kuppens, aún en trance, dejó escapar una media sonrisa y se dirigió al público, parecía que el tiempo había pasado en un suspiro. La banda ofreció dos bises, “Flood” y “Heat” de su segundo disco, para cerrar una noche inolvidable, apagando poco a poco las luces y devolviendo a la sala a su estado de penumbra, mientras los asistentes se quedaban con la sensación de haber vivido una experiencia tan intensa como fugaz.
Whispering Sons demostraron en Barcelona que siguen evolucionando y profundizando en su propuesta artística, marcando un nuevo hito en la escena post-punk.
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