Nuestra hemeroteca sonora se empieza a moldear desde pequeños, en casa, con la familia. Por eso, cuando asistí el pasado 12 de octubre al Estadi Olímpic de Montjuic para ver a Harry Styles en su Love On Tour, se sintió como una reunión familiar. No por tener un lazo especial con él, sino por las hermanas fangirls a las que te podías encontrar. Chicas con auténtica devoción, pasión, y una comunidad de organización prácticamente militar, que todos conocemos. Si quisieran, dominarían el mundo, os lo juro, me crié con una de ellas.
El evento incluyó acampada autogestionada. Debajo de esas lonillas, podías encontrar a todo tipo de mujeres: doctoras, dependientas, supervisoras de operativas de los cruceros, abogadas, camareras, madres, amigas… Movidas por un mismo objetivo: rozar la primera fila. Así que a las 18:30 un desfile de boas de colores, purpurinas, y high-femme cowboy looks se apresuró a tomar posiciones. Para amenizar, Wet Leg demostrando por qué ganaron un par de Grammys el año pasado. Un poco de música de la patria, homenaje a Dizzee Rascal incluido, y llegó el momento.
En el escenario, creado con pantallas triangulares que recordaban a una casa, se proyectó una animación de esa Harry’s House dando vueltas por el mundo. Y en un estallido de luces, el benjamín de One Direction salió convertido en una superestrella. Las 56.500 almas que llenaban el Lluis Companys hicieron retumbar el estadio. ¡BUENAS NOCHES BARCELONA! Pantalones de cuero negro, chalequito de flecos azul, y ese brillo que da la humedad mediterránea. Trompetas bien arriba en "Daydreaming" y a hacer suyo el escenario durante casi dos horas. Le siguió el combo Golden + Adore You. Y aquí el secreto: Styles adora a sus seguidoras. Les canta lo maravillosas que son, las idolatra en cada canción. La entrega que tienen ellas hacia él, él la tiene hacia ellas. No hay violencia, ni obscenidad, es un espacio seguro.“Cocaine, side boob, choke her”. Picardía, pero él las cuida. Todo lo opuesto a "The Idol". ¿Quién no querría sentirse especial estando rodeada de miles de personas? Recordó que cualquier cosa, si alguien se encontraba mal, paraba el concierto, que él estaba ahí para ellas. Sobre todo para las de siempre, como demostró haciendo la cover de "Stockholm Syndrome", y posteriormente "What Makes You Beautiful" sección de vientos elevada.
Harry Styles ante todo es una estrella del rock que sabe cuándo enloquecer y cuándo ponerse su Les Paul y tocar una balada como "Matilda". Como sucede en todos sus conciertos, porque hay actos coordinados por los fans, en ese momento se lanzó un solo globo rojo de corazón. Cayeron también "Satellite" y "Late Night Talkings". Y llegó el momento de leer las pancartas de las fans. Aquí no hay nada unidireccional. ¿Quieres que te lea tus notas de la uni? Te las lee. ¿Quieres salir del armario? Te muestra ante todo el estadio. ¿Y si tiene que autoproclamarse Enrique Estilos? Lo hace. Él agradecido. Vuelta la fiesta, concretamente a su disco "Medley" donde groveo "Cinema", "Music for a Sushi Restaurant" y "Treat People With Kindness". Llegando casi al final, jugó la dualidad de "Watermelon Sugar" contra "Fine Line" -en la que su fandom había preparado iluminar el estadio con la bandera LGTB- y puso la piel de gallina a todos los presentes. El encore fue largo, cuatro temas, nadie se quería ir a casa. Sus fans le recordaron que LEAVE AMERICA entre saltos indie-radio friendly de "As It Was". Y cerró con el rock por todo lo alto de "KIWI". Una última gran sonrisa y el sueño acabó.
Harry Styles es una gran estrella, porque disfruta de serlo. Abraza cada uno de los momentos y las asistentes en cada gesto. Sabe que sin ellas no sería nada. Un show donde la adoración es mutua, y del que nadie sale sin convertirse en parte de las Harries.
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