En tiempos pandémicos, la producción de un festival con la ambición del L.E.V. se complica hasta niveles insospechados. Sin embargo, lo que, en principio, sería un problema fue transformado en virtud gracias a una organización que, ante la, obligada, falta de figuras internacionales de renombre, enfocó sus esfuerzos en llevar a cabo sesiones personalizadas, donde la atención recayó en artistas con la proyección de Lucie Antunes, que con su formato en trío modeló una sinfonía polirrítmica ultra orgánica en la que cabían desde ecos del gran Hector Zazou a los momentos mágicos de Yann Tiersen.
Su actuación fue una de las más celebrados de una edición en la que el Teatro Jovellanos albergó dos jornadas sobresalientes, como la del mismo viernes en la que Lucie Antunes compartió cartel con Tadej Drolic, encargado de sumergir al personal en una experiencia apabullante de luces sci-fi y sonidos antárticos cocinados entre la caligrafía drone y el aliento antártico de Ben Frost. Explosión sensorial e intensa como la que nos ofrecieron Fasenuova (Foto principal) al día siguiente, en una hora no apta para corazones de latido débil. Espoleados por la inquietante dimensión visual que les preparó Marta Verde, el dúo astur ofreció sus típicos espasmos electronic body music dentro de un contexto techno industrial proyectado por el delirio punk de un frontman como Ernesto Avelino, tan carismático como es habitual en él. Ese mismo día, Alex Augier se sacó de la manga una sesión techno maximalista, complementada por un juego de visuales tremendamente sugestivos.
Más allá de los momentazos también vividos, jueves y domingo, en el Teatro de la Laboral, con Ryoichi Kurokawa y Fuse*, cabe destacar el conjunto de actividades paralelas a los conciertos, mediante las que el L.E.V. subraya sus filias investigadores dentro de las tecnologías aplicadas a las experiencias interactivas de carácter visual, como en el caso de “Un portal a la memoria” y “Fauna”, donde arte audiovisual y realidades aumentadas, respectivamente, subrayan la voluntad de un festival por ser pionero a la hora de ofrecer una ruta de sensaciones que nos adentran en el futuro de las nuevas realidades con unos años de adelanto y previsión. De todas a todas, un referente que, después de solventar tan satisfactoriamente un año tan complicado como éste, promete nuevas ediciones para el recuerdo.
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