Analgésico contra la tristeza
ConciertosKurt Baker

Analgésico contra la tristeza

7 / 10
Josetxo Rio Rojo — 26-02-2016
Empresa — Unodos Producciones
Fecha — 25 febrero, 2016
Sala — Satélite T, Bilbao
Fotografía — Josetxo Rio Rojo

No vamos a andar diciendo ahora que sea una novedad el ver sobre un escenario a Kurt Baker, un tipo con el que es habitual coincidir en directo unas cuantas veces al año con cualquiera de las formaciones entre las que se mueve, de The New Trocaderos a Bullet Proof Lovers pasando por su propio Combo o cualquier propuesta enérgica que le anime al baile. Ni vamos a descubrir ahora su música como espoleta para el cambio vital, para descubrir una nueva dimensión en el discurrir de nuestra existencia. O sí. Porque lo que está claro, ya sea algo habitual sobre un escenario y montado sobre una canción llena de pura energía juvenil, es que su música es absolutamente necesaria.

Porque es volver al espíritu más lúdico del rock’n’roll, al descaro de un power-pop que busca en el abandono del problema y la rutina diaria su razón de ser. No hay mucho misterio. Un par de guitarras lanzadas cuesta abajo (Kurt y Jorge Colldan), un bajo y una batería desquiciados (Juancho López y Sam Malakiam) y un fin de semana en ciernes con la mejor compañía y regado de cerveza. Simple pero efectivo. Por eso cuando abre el set con “Weekend Girls”, las cosas quedan meridianamente claras. Por eso cuando bien avanzado el mismo dedica su lectura del “Love Potion #9” que estrenaran The Clovers al alcohol en general, para acto seguido cabalgar a lomos del espíritu Ramones con un “Partied Out” dedicada al lado oscuro, esto es, la resaca, uno tiene bien definidos sus intereses. Que no son otros que pasar una hora saltando con los deliciosos toques a Costello y Lowe de “Don’t go falling in love”, la velocidad que recorre la médula de “Quit dancing with my girl”, el puro espíritu de Paul Collins y aquel disco de debut con The Beat convertido en esencia referencial encarnado en una “I can’t wait” de inolvidable estribillo power-pop, el anhelo sixties de “Tried a true” o el imparable rock’n’roll del “Bad Boy” de Larry Williams. Todas las canciones, todo el ánimo, toda la energía que desprende el Combo durante su concisa hora de actuación tiene el mismo destino: hacernos olvidar durante un rato el gris que nos rodea.

Por eso, cualquier médico debería prescribir la sonrisa que acompaña el rostro de Kurt Baker durante todo el concierto como analgésico contra la tristeza. Sonrisa que no abandona ni cuando falla la correa y la guitarra cae a plomo destrozando el clavijero. La procesión iría por dentro, pero la labor del entertainer no puede dar respiro.

Así que tras haber estrenado su nuevo single y haber obviado la supuesta posición estrella de su último disco a favor de las canciones por sí mismas sea cual sea su origen y tiempo, “Don’t steal my heart away” resume noche y nos despide de nuevo a la oscuridad. Eso sí, con su sonrisa a cuestas.

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