Cuando hace meses se anunció que Kraftwerk darían 8 conciertos en el Guggenheim de Bilbao tocando todos los LPs de su discografía (uno por día), un servidor esperaba con verdadera excitación la llegada de la fecha en la que podría escuchar en directo "Autobahn", uno de los discos de cabecera de la electrónica, interpretado de principio a fin. Lo que no me quedaba tan claro era el concepto 3D que se presentaba junto al espectáculo y si solamente escucharíamos el disco integro y poco más. Ayer pude salir de mis dudas y en el abarrotado hall del museo Guggenheim (marco incomparable) pudimos disfrutar de dos horas de espectáculo visual, Autobahn y algunos de los mejores temas jamás creados durante la segunda mitad del siglo veinte.
Ralf Hütter, único superviviente de la formación original (Florian Schneider abandonó el barco en el 2008) y con una envidiable presencia para sus siete décadas de existencia, estuvo bien acompañado por sus ya habituales Falk Grieffenhagen, Henning Schmitz y Fritz Hilperta, estos dos últimos veteranos ya del proyecto. Entre los cuatro se bastaron para aportar, junto a las imágenes proyectadas, una presencia escénica hipnótica que hizo las delicias de los presentes. Y es que con un repertorio semejante, pocos peros se pueden poner.
A pesar de no respetar el orden original del disco, se agradeció que los temas de "Autobahn" se intercalaran con clásicos como "Numbers", "Computer World", "Computer Love", "Man machine", "Trans Europe Express", una impresionante "We are the robots", el hit "The model", "Boing boom Tschak" o "Radio Activity". Cada uno de los cortes iba acompañado de sus imágenes en 3D (algunas más logradas que otras) y un público totalmente entregado que disfrutaba de lo lindo con sus gafas de cartón 3D que nos dieron a la entrada del museo y que convirtieron el centro de arte moderno en una experiencia más bien cercana a la ciencia ficción.
La verdad es que lo mejor de la noche fueron sin duda "Tour de France", "Metropolis", "Musique non stop" (con la que cerraron la actuación) y sobre todo "Spacelab", dónde imagen y sonido se combinaron de forma magistral para crear un momento mágico y hacer del concierto una experiencia irrepetible.
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