Rodeados de una enorme expectación (¿sobreexcitación un tanto ida de madre?, ¿hype?), el dúo noruego aterrizaba en Madrid para presentar “Declaration Of Dependence”, un trabajo que respetaría hasta la última coma el manifiesto del New Acoustic Movement que ellos mismos abanderaron a principios de la década. De existir dicho manifiesto, uno de sus puntos sería más bien una advertencia. De lo sencillo a lo insulso hay un paso, diría, cuidado. En su esperada visita, Eirik Glambek Bøe y Erlend Oye, paradigma del carácter nórdico, un chico que probablemente no tenía amigos en el colegio, empastaron sus voces magistralmente, bordaron el sonido y revisitaron su estupendo repertorio (su mejor arma) mientras asistían un tanto perplejos al colosal éxito de una fórmula que ni ellos mismos se terminan de tomar en serio (no escuchan música parecida a la que hacen y pasan de las influencias que todo el mundo les quiere asignar), una fórmula que te da a elegir entre ser fan o morirte de aburrimiento. Los fans, muchos, casi todos, disfrutaron como nunca. El resto nos quedamos muy lejos, a un paso quizá.
¿Pero este crítico de donde lo habéis sacado? A lo mejor el que no tenía amigos en el colegio era él. Y yo preguntándome que porque habia dejado de leer vuestra revista, hay tenéis la respuesta. La próxima vez, para escribir cosas así quedate en tu casa y le das el pase a otro.
Respaldo la opinión de Jorge Ramos. El concierto fue insulso y aburrido si no ibas con la camiseta de fan desde casa; porque todo era demasiado perfecto. La instrumentación, las deliciosas armonías vocales y hasta el sonido. Todo precioso, pero frío. En lo que no estoy de acuerdo es en lo del hype.
Estuve en en concierto de barcelona, menudos gilipollas.Sinceramente, me ofendieron
Claro que si Jorge!!!!
Eres el mejor!!