KEANE + RUFUS WAINWRIGHT
ConciertosKeane

KEANE + RUFUS WAINWRIGHT

8 / 10
Joan S. Luna — 31-03-2005
Empresa — Doctor Music
Sala — Razzmatazz 1, Barcelona
Fotografía — Fernando Ramírez

Con su tercer y su cuarto disco, el hijo de Loudon III y hermano de Martha se ha convertido en uno de aquellos artistas a los que nadie osa criticar. Puede entenderse, porque "Want One" y "Want Two" recogen grandes momentos. En directo también los hubo, pero Rufus Wainwright funciona mejor en disco. Ni su banda le hace justicia, ni la irónica grandilocuencia de sus composiciones se desarrolla mejor. Eso sí, como entertainer es un as. Conectó incluso con aquellos a los que se la sudaba su repertorio. Esperemos a verle como cabeza de cartel y luego hablamos. Llegó a continuación el momento de los millonarios Keane. Sonaron, obviamente, "Everybody´s Changing", "Begshaped", Somewhere Only We Know" y prácticamente todas las piezas que conforman su disco de debut para Universal. Sonó incluso "On A Day Like Today", no incluida en la edición española de "Hope And Fears", aunque el momento de máxima tensión llegaría con las piezas nuevas, unas tres o cuatro. La primera dejó excelente sabor de boca, echando mano de un estribillo que Mark Hollis de Talk Talk hubiese cantado sin miramientos; el resto, decepcionaron a la primera escucha. Las baladas almibaradas empiezan a amontonarse en una carrera que apenas acaba de empezar, y eso no pinta bien. Sea así o no, en directo Keane suenan perfectos, con la chispa de vida necesaria, sobre todo Tom Chaplin, ese vocalista con cara de pan y gesticulación torpe que conecta por su habilidad para reproducir al dedillo cada uno de los segundos grabados en estudio y por un aire de candidez que conecta con su público. Quizás acabe crispando Tim Rice-Oxley, quien interpreta con encomiable soltura, pero agota con una forzada excitación más adecuada para Roddy Bottum de Faith No More que para una formación como Keane. Consiguieron gustarnos de nuevo y eso, suenen a A-Ha o se nos deshagan entre los dedos de puro dulzón, es lo que acaba contando. De todas formas, el próximo que diga en público que estamos ante los nuevos Coldplay se lleva un collejón. Pero a mala leche

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