La sala Cool de Madrid vivió la noche del jueves 10 una juerga sin precedentes cargada de temones que nos hicieron saltar desde la primera nota hasta la ovación final. Karavana pisó fuerte el escenario y el público no pudo evitar gritar todas esas letras, chillarlas, bailarlas, compartirlas, manosearlas, en definitiva, vivirlas desde el epicentro de todo lo que hablan, una fiesta por todo lo alto.
Conseguir que una sala entera coree Las cuatro estaciones de Vivaldi como si fuese un himno, parecía una escena de lo más surrealista. Así empezó el concierto, a golpe de violín para que luego entrasen Fabián (voz y guitarra), Emilio (bajo), Gonzalo (voz y guitarra), y Jaime (batería), y con ellos ese riff con el que arranca "Vivaldi" que inauguró el concierto de la banda de pop-rock mientras voceábamos aquello de: “no es amor, es una distracción”. Acto seguido ya estaban volando las cervezas por el aire mientras los cuerpos se agitaban y se chocaban con otros. Si algo quedó claro entre aquellas paredes, es que "Muertos en la disco", es un álbum que invoca al disfrute superlativo, un disco que en directo se multiplica.
Sonaron los primeros acordes de "Resaca pop" y la euforia se disparó, entonces llegaron los pogos y las carcajadas inevitables mientras no dejábamos de gritar: “yo te quiero, pero bien lejos”, más juntos que nunca unos de otros. Minutos después ya estábamos implorando con los brazos en alto: “menos llanto y más follar”, dejándonos la voz en el estribillo de la canción que da nombre a su primer álbum de esudio, cantándole a todas las grandes historias que se construyen y se derriban a altas horas de la madrugada, a las anécdotas inmortales con los colegas que siempre se tejen cuando cae la noche.
Llegó el turno de "Después de tanto" y antes de arrancarse a ponerle voz al tema, Fabián agarró el micrófono para dedicársela “a todas esas noches y ex-novias que les han hecho hacer canciones tan guays”. Luego irrumpieron las primeras estrofas de "Pienso", con frases que el público expulsaba con fuerza, letras trasnochadas y sin adornos, que nos llegan porque hablan de los pequeños dramas sentimentales que nos atañen a todos: “pasa el tiempo y solo pienso en esa noche en la que no me dejaste dormir”.
La recta final se presentó como una montaña rusa de emociones en la que el público tomó el relevo de las voces de Gonzalo y Fabián para cantar a pleno pulmón: “llévame a un garito cutre, de esos donde quiero morir”. Madrid sonó bien fuerte en la ciudad, pero el clima que consiguió crear "Que putada", fue sin duda lo mejor del concierto, una sala entera saltando entre confeti gritando: “sólo pienso en revivir el momento” y un final impecable con "Strokes". Ahora solo queremos volver una y otra vez sobre esa noche, invocarla, resucitarla, reconstruirla como sea. Karavana montó una juerga monumental y en consecuencia nos dejó una resaca emocional tremenda.
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