Sin duda el concierto de Dellafuente en Granada se había convertido en la cita del año, por lo menos la de los records, y mira que en este 2022 hemos hecho saltar la banca varias veces. Pues así es, como el año que despedimos, 22.000 entradas vendidas en minutos, tres sold outs en el Palacio de los Deportes, público venido de toda España y colas de fans guardando sitio días antes de abrir puertas. El granadino no se ha prodigado mucho en directo, nada en el último tiempo, tampoco se expone demasiado a los medios y las redes sociales y eso lo ha convertido en un artista de esos del ahora o nunca. Comentaba en la previa que el espectáculo superaba con creces sus expectativas, porque sí, porque ahora sí tenía ganas de subirse al escenario.
Llegamos justo cuando empezaba el show y en los aledaños del recinto solamente quedaban vestigios de una espera larga. Sillas de playa y demás restos de una acampada de esas que recuerdan al paso de esas grandes estrellas internacionales que han pasado por el Palacio de los Deportes de Granada. Una diferencia: esta estrella es de la tierra y como ven, sobra lo del profeta y demás.
Ya en el interior descubrimos que el Chino era el que mejor había aparcado esa noche, un BMW en el lado izquierdo de un escenario alargado como la pantalla que lo presidía. Nos aguardaba un show en formato panorámico, un desafío al medio audiovisual que ahora nos obliga a todos a encuadrar nuestra vida en vertical.
Milagro, fue el tema que abrió la noche, una versión especial donde la voz la ponían los fans que luciendo esas bufandas futboleras lo tomaron como un particular You’ll Never Walk Alone por no poner otros ejemplos más locales. Pues no, no iba a estar solo esa noche, más medio centenar de “extras” e invitados iban a deambular por un escenario dispuesto en formato de plató cinematográfico donde se iba a suceder un vodevil urbano ¿les suena?.
Sin embargo Dellafuente venía a romper distancias, a encontrarse con esos religionarios que lo han encumbrado como un mesías, y que llevaban esperando este momento tres años. El primer sentimiento era de felicidad y ahí sonaba K Alegría, con Rvfv. Manos arriba con ese infinito yey, yey, yey. Dios bendiga a todos los que en mi tuvieron fe dice el corte. Y para bendecirlos que mejor que bajar a la tierra, en este caso a la pista del coso granadino. A ritmo de salsa (Me Pelea) irrumpe entre las primeras filas. Luego sigue el pogo con Octava Maravilla y Romeo y Julieto. La realización le sigue para que todo el Palacio se sienta a medio metro del artista. Digamos que finaliza el primer acto.
Una vez en el escenario, vuelta a la calma con un tema inédito Una gota y sentado a un piano de cola mece a las siete mil personas con la Nana del Miedo. Hasta en las últimas filas se guardaba silencio entre capela y capela. El sonido del Palacio, como siempre, expansivamente espantoso. Pero este era un concierto para verlo, y arrancaba el musical propiamente dicho y la Algarabía. Una escenografía entre Lorca, Saura y West Side Storie recreaba ese ambiente de barrio urbano. El Chino se calentaba al fuego de un bidón y empezaban a irrumpir en la plaza amigos y colaboradores. El primero el arquitecto del sonido Dellafuente, Antonio Narváez. Juntos se marcaron un DjSet. Por supuesto no podían faltar Pepe y Vicente el Vicio con los que Pablo repartió Flores, y Flores pa tu pelo.
Luego el escenario se convirtió en tablao De Plata y Madera para recibir a Israel Fernández. Momento de eclosión, donde las luces blancas cegaban como un crepúsculo. Encuentro de ida y vuelta con La Inocencia, tema de Israel y cambio de roles. También algunos buscábamos cambio de ubicación, cerveza en mano mediante, para asegurarnos que la mala acústica era cosa de las partes altas del recinto. Abajo la presión de un equipo de sonido colosal disminuía el sentimiento agotador de una reverberación constante. Pero daba igual porque sonaban los grandes hits del Chino. Entre ellos Guerrera, donde solamente faltó Pucho, aunque te lo podías imaginar bailando con Pablo entre cañones de humo. Momento maravilla.
En la pantalla aparecían dos chavales comentando la jugada y por supuesto invocando la presencia de Maka. Era lo que faltaba. Las cuerdas introductorias de La Vida es, anunciaban la presencia de su paisano y muy amigo. Estos son los contratiempos que te depara la vida decían ellos. Luego, por supuesto, Te amo sin límites.
Faltaba en la mente de los asistentes. Rels B y ese Pa que no te duermas. Dicho y hecho.
Y es que este concierto ha sido una muestra de amor. De agradecimiento mutuo por estar ahí en la oscuridad y en la luz. Dellafuente está de vuelta. Lo celebraban los chavales de la pantalla y sonaba Consentía. Qué más se puede pedir para un año que empezó como empezó.
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