En un momento en que las heridas están abiertas no deberíamos renunciar a la capacidad sanadora de la música, a su facilidad para trasladarnos a lugares desconocidos antes de depositarnos de nuevo en el mundo real. En el origen la música fue magia y misterio, y sólo cabe compadecerse de aquel que definitivamente haya olvidado ese arrebato inicial.
Con los viajes interestelares definitivamente fuera de nuestras posibilidades, ayer en La Casa Encendida vendían tickets por tan sólo 5 euros para trasladarse en el espacio y el tiempo (¡ay! aquellos gloriosos años del sello 4AD). La conductora de la nave, Julianna Barwick, aterrizaba por primera vez en nuestro país tras una trayectoria de varios discos coronada por el espectacular “The Magic Place”, uno de los tapados del pasado año. Y el público acudió de forma masiva sin por ello dejar de mantener a lo largo de los sesenta minutos que duró el recital un silencio sepulcral: por momentos se diría que a la Barwick se le oía respirar. Y de alguna manera puede que así fuera. Sus canciones levantadas a partir de la repetición y cinceladas con la ya popular pedalera de loops, apelan a las formas musicales más elementales (y por tanto también más expresivas) del género humano.
A la cantante e instrumentista de Lousiana, que forjó su voz privilegiada en el coro de la Iglesia, se le puede achacar cierto inmovilismo en las formas (cierto es, la fórmula es una, no trina como el Padre, Hijo y Espíritu Santo). También resultó evidente su incomodidad con el sonido sobre el escenario: “No quisiera parecer Cat Power”, llegó a bromear con el respetable tras preguntarles si a ellos también les resultaba terrible. En realidad no, no nos lo pareció. Más bien al contrario, en los momentos más emotivos, con tan sólo un par de notas de piano repitiéndose hasta el infinito y su voz jugando a emular el misterio de aquellas otras voces (las búlgaras) en “Vow”, “Envelop”, “Prizewinning” o “Bob In Your Gait”, algunos nos sentimos ascetas y aunque sólo fuera por un instante todo a nuestro alrededor cobraba sentido. Ese es el milagro de la música. Uno de ellos, quiero decir…
Sinceramente, vaya fotos malas estais poniendo, la de joe la reina del otro dia...